10.22235/d.v38.3784
Art�culos de investigaci�n
Problematizando la parentalidad digital: pr�cticas de control, sharenting y privacidad
Problematizing Digital Parenting: Control Practices, Sharenting, and Privacy
Problematizando a parentalidade digital: pr�ticas de controle, sharenting e privacidade
Mari�ngeles Castro-S�nchez1 ORCID: 0000-0001-6874-6683
Mar�a Cecilia Beccaria2 ORCID: 0000-0002-5721-737X
Sonia Calamante3 ORCID: 0009-0001-2183-7980
Romina Silvetti4 ORCID: 0009-0000-5762-7267
Daniela Bertuni5 ORCID: 0009-0000-5772-6943
1 Universidad Austral, Argentina, [email protected]�
2 Universidad Austral, Argentina
3 Universidad Austral, Argentina
4 Universidad Austral, Argentina ��
5 Universidad Austral, Argentina
Resumen:
El presente trabajo problematiza las interacciones parentofiliales en el
contexto de un fen�meno que denominamos parentalidad digital: un ejercicio que
no solo comprende la mediaci�n educativa parental con dispositivos y
plataformas, sino que se desarrolla tambi�n en ambientes digitales. A partir de
un dise�o cualitativo de teor�a fundamentada, se concretan seis grupos focales
con madres y padres de adolescentes de entre 11 y 17 a�os. Los datos obtenidos
se analizaron con la asistencia de ATLAS.ti. Entre los hallazgos, la privacidad
de ni�as y ni�os surge como una categor�a cr�tica en doble tensi�n. Por un
lado, tensiona con un control parental que se despliega por medio de m�ltiples
estrategias. Por el otro, colisiona con ciertas pr�cticas extendidas como el
sharenting, que entra�a una p�rdida de la intimidad personal y familiar. Una
paradoja que nos proponemos hacer visible en este estudio.
Palabras clave: parentalidad digital; control; sharenting; privacidad.
Abstract:
This paper critically examines parent-child
interactions within the context of a phenomenon we refer to as digital
parenting: an approach that not only involves parental mediation in educational
activities with devices and platforms but also takes place in digital
environments. Using a grounded theory qualitative design, six focus groups were
conducted with parents of adolescents aged 11 to 17. The data collected were
analyzed using ATLAS.ti software. Among the findings, children's privacy
emerges as a key category under dual pressure. On one hand, it conflicts with
parental control, which is exercised through various strategies. On the other,
it clashes with widespread practices like sharenting, which leads to a loss of
personal and family privacy. This paradox is one that we aim to bring to light
in this study.
Keywords: digital parenting; control; sharenting; privacy.
Resumo:
O presente trabalho problematiza as intera��es
entre pais e filhos no contexto de um fen�meno que denominamos parentalidade
digital: um exerc�cio que n�o s� abrange a media��o educacional dos pais com
dispositivos e plataformas, mas tamb�m se desenvolve em ambientes digitais. A
partir de um desenho qualitativo de teoria fundamentada, foram realizados seis
grupos focais com m�es e pais de adolescentes entre 11 e 17 anos. Os dados
obtidos foram analisados com a ajuda do ATLAS.ti. Entre os resultados, a
privacidade de meninos e meninas surge como uma categoria cr�tica em dupla
tens�o. Por um lado, est� tensionada com um controle parental que se desdobra
por meio de m�ltiplas estrat�gias. Por outro lado, colide com certas pr�ticas difundidas,
como o sharenting, que implica uma perda da intimidade pessoal e familiar. Um
paradoxo que propomos tornar vis�vel neste estudo.
Palavras-chave: parentalidade digital; controle; sharenting; privacidade.
Recibido: 27/11/2023
Revisado: 04/06/2024
Aceptado: 11/06/2024
Introducci�n
Este estudio se enmarca en un proyecto de investigaci�n en el que nos proponemos indagar c�mo se desarrollan las parentalidades actuales, en tanto ejercicios h�bridos integrados en el ecosistema de medios presente en el �mbito familiar.[1] Para esto partimos de la base de que toda parentalidad es una pr�ctica situada y que, como tal, est� atravesada por las tecnolog�as de �poca. En esta l�nea, entendemos la parentalidad como un ejercicio que no solo comprende la mediaci�n educativa padres-hijos-vida online, sino que se desarrolla tambi�n en ambientes digitales (Castro-S�nchez, 2022).
Por otra parte, no hay realidades sociales sin intercambios discursivos (Fern�ndez, 2023), de ah� que las pr�cticas cotidianas no puedan ser comprendidas sin examinar los intercambios discursivos que las configuran. En este sentido, un usuario de plataformas digitales no se entiende por fuera de sus posibilidades de acceso y de sus elecciones dentro de los sistemas de intercambio en los que opera. Como tampoco el sistema se comprende si no se aborda el estudio de cada usuario, agregando o neutralizando sus posibilidades de uso.
En acuerdo con Fern�ndez (2021), nos proponemos comprender niveles de mayor complejidad, y por ello posamos la lupa sobre lo micro. Especialmente porque la velocidad de la evoluci�n cercena nuestra capacidad de comprensi�n del cambio a partir de categor�as de an�lisis que han estallado: categor�as zombis, como las denomin� Beck (2000), que se encuentran enclavadas en una realidad que mut�.
En consonancia con lo anterior, Van Dijck (2016) expresa que el desarrollo de nuevas tecnolog�as es inseparable del surgimiento de pr�cticas novedosas de uso y de generaci�n de contenido. Sabemos que los medios no son solo contexto, sino fundamentalmente expresiones comunicacionales y culturales, por lo que para conocer de qu� va una mediatizaci�n hay que entender su modo de construcci�n de sentido, esto es: su instancia semi�tica (Fern�ndez, 2023). Todo ello teniendo presente que las plataformas sociodigitales no solo habilitan un espacio para la socialidad online, sino que contribuyen a moldearla (Van Dijck, 2016).
Acorde con estos argumentos, la parentalidad digital puede comprenderse desde la visi�n que Miller et al. (2016) despliegan sobre las redes sociales: se trata de v�nculos y, como tales, deben verse siempre en relaci�n, pues se hibridan y entretejen cruzando los espacios f�sico y virtual. Bajo esta l�gica, queda sepultada esa noci�n de lo virtual que separa los espacios en l�nea como un universo diferente: las plataformas se han fusionado con las rutinas cotidianas, como parte de la vida fuera de l�nea y no como una esfera separada.
Siguiendo este enfoque, a lo largo del trabajo nos posicionarnos en un paradigma interpretativo (Vasilachis, 2014) que nos permite considerar que los procesos tecnol�gicos exigen un abordaje desde el contexto sociohist�rico, teni�ndolos como fen�menos sist�micos, multidimensionales y complejos.
Desde este lugar nos abrimos a la comprensi�n del �sentido de la acci�n social en el contexto del mundo de la vida y desde la perspectiva de los participantes� (Vasilachis, 2014, p. 67), y partimos de una pregunta inicial: �c�mo se constituye hoy la parentalidad digital?, y algunas preguntas conexas: �c�mo se manifiestan los v�nculos parentofiliales en los entornos digitales?; �c�mo se desarrolla la funci�n mediadora parental con las tecnolog�as digitales?; �qu� influencia tiene la cultura digital en el ejercicio de la parentalidad?
Sobre esa base, y recuperando la mirada de los propios actores, la perspectiva relacional se inserta positivamente y contribuye a desplegar los objetivos de nuestra indagaci�n:
- Examinar atributos salientes de las relaciones parentofiliales en el marco de la cultura digital.
- Describir y comprender la funci�n mediadora actual de padres y madres con las tecnolog�as digitales.
- Detectar patrones de an�lisis y desarrollar teor�a de rango medio sobre el problema en estudio.
La parentalidad como punto de partida
Se entiende por �ejercicio de la parentalidad� todas aquellas funciones propias de los padres y las madres relacionadas con el cuidado y la educaci�n de los hijos. El concepto hace referencia a las actividades llevadas a cabo con el fin de cuidar, educar y promover la socializaci�n (Daly, 2012; Castro-S�nchez, 2019). Se trata de un constructo de reciente data en la lengua espa�ola, en el que identificamos tres dimensiones que se sintetizan en la Tabla 1.
Tabla 1: Dimensiones de la parentalidad

Nota: Elaboraci�n propia a partir de Castro-S�nchez (2019)
Esta pr�ctica est� centrada en la interacci�n parentofilial, y comporta derechos y obligaciones tendientes a la realizaci�n del ni�o o la ni�a. Est� fundamentada en el principio del inter�s superior del ni�o, y encaminada a cuidar, desarrollar capacidades, deponer todo tipo de violencia, ofrecer reconocimiento y orientaci�n, y establecer l�mites que permitan el pleno desarrollo de las hijas y los hijos. Por otra parte, la parentalidad comporta deberes para quienes la ejercen: favorecer el desarrollo integral del ni�o o la ni�a, brindarle estructura, reconocerlo como persona, sujeto de dignidad y derechos, y promover su progresiva autonom�a (Castro-S�nchez, 2019).
La referencia a los hijos e hijas como personas y sujetos de derecho, dentro del paradigma de los derechos de la ni�ez, es ineludible y se emplaza dentro de un modelo de socializaci�n de reciprocidad, en el que padres e hijos evolucionan a la par. As�, esta relaci�n positiva entablada, basada en el ejercicio de la responsabilidad parental, se propone garantizar los derechos de ni�as y ni�os en el seno de sus familias. Aqu� encontramos dos cuestiones subyacentes. En primer lugar, la parentalidad positiva es un medio para garantizar el respeto por los derechos del ni�o y su puesta en pr�ctica. En segundo lugar, destacamos el rol central de las familias, y concretamente de los padres y las madres, en la instalaci�n de este paradigma en la sociedad (Castro-S�nchez, 2023).
Sumado a esto, el ejercicio de la parentalidad positiva est� fundamentado en la responsabilidad parental, que plantea un control dialogado y acordado, sustentado en el afecto, el apoyo, la comunicaci�n, el acompa�amiento y la implicaci�n en la vida cotidiana de los hijos y las hijas (Castro-S�nchez, 2019; Vaquero Ti�, 2020). Tal como lo se�ala Vaquero Ti� (2020), es la forma de lograr una autoridad legitimada ante ellos, basada en el respeto, la tolerancia, la comprensi�n mutua y la b�squeda de acuerdos que contribuyan al desarrollo de sus capacidades.
Por su parte, la dimensi�n competente hace referencia al hecho de que, en contextos cambiantes y de creciente complejidad, padres y madres deban desarrollar competencias que les permitan afrontar sus funciones de forma flexible y adaptativa. Este conjunto de recursos es central para un desempe�o parental eficiente.
Es claro que las competencias parentales no est�n dadas por la capacidad de procrear. Dependen de una multiplicidad de factores, biol�gicos y contextuales, entre los que se destacan las propias historias de vida de los padres y las condiciones en que les toca cumplir su funci�n parental, la �poca hist�rica, las tendencias sociales y culturales (Barudy & Dantagnan, 2010; Castro-S�nchez, 2019). Apego, empat�a, modelos de crianza, apoyos, flexibilidad y principio de responsabilidad son conceptos sat�lites de esta dimensi�n.
La complementariedad en el ejercicio de la parentalidad, finalmente, hace referencia a la integraci�n de las figuras parentales en la coparentalidad: la pareja parental y su funcionamiento como tal (Castro-S�nchez, 2019). Esto incluye no solo el reparto equitativo de responsabilidades y tareas en la crianza de los hijos, sino tambi�n el fortalecimiento de la relaci�n y la promoci�n de un ambiente de apoyo mutuo y cooperaci�n. Todo ello contribuye a configurar un modelo de relacionamiento basado en la reciprocidad y el respeto.
La parentalidad digital
En marzo de 2021, el paradigma de la parentalidad positiva se expande hasta abarcar formalmente el entorno digital, en el momento en el que el Comit� de los Derechos del Ni�o produce la Observaci�n General n.� 25, que vino a dar respuesta a un reclamo recurrente por parte de los expertos. El instrumento extiende al terreno digital la vigencia de los derechos civiles y las libertades de los ni�os, entre ellos, el derecho a la privacidad.
El paradigma de la parentalidad positiva se ha ensanchado, integrando el universo digital a su campo de acci�n. Se configura progresivamente un contexto en el que se recorta la exigencia de avanzar hacia nuevas indagaciones y propuestas que armonicen las dimensiones f�sica y virtual de la realidad en los entornos microsociales. Desde una perspectiva socioecol�gica, estos se encuentran en constante interjuego con el afuera y discurren atravesados por la dimensi�n temporal (Castro-S�nchez, 2022, p. 19).
En el marco de nuestro proyecto de investigaci�n, denominamos �parentalidad digital�, por un lado, a la funci�n de mediaci�n parental �que abarca educaci�n y cuidados� con las tecnolog�as digitales. En segundo lugar, como parte del fen�meno observamos que esta mediaci�n abre paso a un ejercicio parental que se desarrolla en medios digitales.
Respecto de la funci�n mediadora, coincidimos con Vaquero Ti� (2020) en la importancia de tres principios: presencialidad, progresividad y permisibilidad.
- Presencialidad. Estar presentes d�nde y cu�ndo los hijos e hijas est�n en contacto con las pantallas, ya sea en espacios f�sicos o virtuales.
- Progresividad. De acceso y uso. Esto conlleva la inclusi�n de unas pautas basadas en la proporcionalidad progresiva a las caracter�sticas de las necesidades de la edad y el contexto educativo, social y familiar de los ni�os, ni�as y adolescentes.
- Permisibilidad. Que no es permisividad o tolerancia excesiva, sino una necesaria regulaci�n y orientaci�n por parte de madres y padres.
Esta mediaci�n comprende estrategias y pr�cticas que las figuras parentales adoptan para guiar y regular el uso que sus hijos hacen de las tecnolog�as digitales �internet, videojuegos, dispositivos m�viles, redes sociales, aplicaciones�.
Livingstone y Blum-Ross (2020) ofrecen una mirada profunda y matizada de c�mo los padres enfrentan la era digital, desafiando narrativas simplistas y ofreciendo insights basados en una investigaci�n exhaustiva. Las autoras buscan equilibrar la discusi�n entre riesgos y oportunidades, subrayando la importancia de entender y adaptarse a la cambiante realidad tecnol�gica en el contexto del ejercicio de la parentalidad.
Se identifican tres tipos diferentes de parentalidad digital, que se expresan en acciones que padres y madres realizan en su relaci�n con las tecnolog�as: abrazar, equilibrar y resistir.
Tabla 2: Acciones parentales respecto de las tecnolog�as digitales

Nota: Elaboraci�n propia a partir de Livingstone y Blum-Ross (2020).
Estas actitudes reflejan las complejas decisiones que enfrentan los padres en la era digital, y las tensiones entre el aprovechamiento de las oportunidades de aprendizaje y conexi�n que ofrecen las tecnolog�as y la protecci�n de los hijos frente a posibles riesgos asociados.
Parentalidad mediatizada
Ahora bien, en el marco de este trabajo �como lo adelantamos� se�alamos que la parentalidad digital es el propio ejercicio parental que se sit�a en entornos digitales, por lo que se trata de una realidad mediatizada. Es un dato de la realidad que la forma en que las familias interact�an y pasan tiempo juntas, y las propias rutinas diarias, est�n atravesadas por los medios digitales. Mensajes de texto, videoconferencias y aplicaciones alteran las din�micas tradicionales de comunicaci�n. Los medios participan activamente en la construcci�n de lo social, con un papel central en el modo en que las personas perciben y entienden el mundo. Porque en una sociedad mediatizada, como la actual, los medios intervienen en la producci�n de significados y, consecuentemente, en c�mo la sociedad interpreta la realidad.
Hjarvard (2016) diferencia mediaci�n de mediatizaci�n, ambos conceptos intr�nsecamente relacionados. El primero se refiere al uso de los medios en pr�cticas comunicativas; el segundo, al papel que juegan los medios de comunicaci�n en la transformaci�n de la cultura y la sociedad. El cambio acumulativo en las pr�cticas de mediaci�n puede, con el tiempo, contribuir en s� mismo a la mediatizaci�n de un �mbito institucional determinado. Adicionalmente, la mediatizaci�n influye tambi�n en la mediaci�n. Conforme los medios de comunicaci�n se van integrando en un n�mero creciente de �mbitos culturales y sociales, se van estableciendo nuevas condiciones de comunicaci�n e interacci�n.
Se trata de una relaci�n bidireccional, de implicaci�n y coevoluci�n, la parentalidad influye en los medios, y los medios, a su vez, influyen en el ejercicio parental. En una sociedad mediatizada, la parentalidad se mediatiza y esta interacci�n es intensa y constante.
Parentalidad plataformizada
Contextualizada la parentalidad en entornos digitales, la situamos ahora en el marco de un fen�meno contempor�neo: la plataformizaci�n. Tal como lo afirma Miller et al. (2016), las redes sociales son un lugar en el que socializamos, no solo un medio de comunicaci�n. Y abren espacio, adem�s, a pr�cticas novedosas de uso y de generaci�n de contenido.
Burbules y Callister (2006) afirman que los canales de interacci�n en s� mismos son tipos de condiciones mediadoras: la conversaci�n cara a cara, la escritura, el tel�fono, internet. Son formas alternativas de mediaci�n que operan con sus propios modos de comunicar y ocultar, actuando como un filtro que pone de relieve ciertos aspectos de la interacci�n y anula los que quedan fuera de sus l�mites. Sus inclusiones y exclusiones nos dicen mucho respecto del tipo de interacciones que fomentan. Y remarcan, adem�s, que la palabra �medio� resulta insuficiente si con ella estamos designando el mero canal o trayecto a trav�s del cual se transmite algo. Porque las tecnolog�as no operan como un canal, sino como un territorio, como un lugar en el que se desarrollan actividades. Siguiendo este enfoque, para Van Dijck (2016) las plataformas sociodigitales no son simples mediadoras, puesto que moldean la performance de los actos sociales que all� se desarrollan. Estos antecedentes nos permiten adentrarnos en el concepto de parentalidad plataformizada.
Como mencionamos, la plataformizaci�n es hoy un campo de estudio potente que conjuga enfoques te�ricos y metodol�gicos heterog�neos. Poell et al. (2022) la definen como la �penetraci�n de las infraestructuras, los procesos econ�micos y los marcos gubernamentales de las plataformas en diversos sectores econ�micos y �mbitos de la vida�, aclarando que, desde el campo de los estudios culturales, conciben el proceso como �la reorganizaci�n de las pr�cticas e imaginarios culturales en torno a las plataformas� (Poell et al., 2022, p. 7).
Por otra parte, esta participaci�n de padres y madres en plataformas sociodigitales se concreta con frecuencia en t�rminos de rol, interpretando �performando� el ejercicio parental. Tal como lo plantea Goffman (1956/2017), las performances tienen audiencias y otros actores con los que interactuar. El autor utiliza la met�fora teatral y las diferentes m�scaras que representan los distintos roles que perfomamos en cada situaci�n social. Lo central del abordaje de Goffman reside en su certeza de un doble movimiento. Si, por un lado, los agentes de la comunicaci�n se sit�an en estructuras preexistentes, tambi�n poseen la capacidad de modificarlas. Y esta capacidad es propiamente humana. Por eso, Galindo (2015) sostiene que Goffman descentra al actor. No son solo los agentes quienes construyen una situaci�n, porque esta presupone una estructura de alguna �ndole. Pero esta estructura debe ser ejecutada, activada. No hay solo norma, sino estrategia; no hay solo aspectos formales, sino una pragm�tica de la comunicaci�n.
En el an�lisis de la performance de rol en plataformas sociodigitales, cobra relevancia el concepto de extimidad, como la intimidad que se expone y se muestra al exterior. Este es considerado un rasgo definitorio de la subjetividad en la era digital (Sibilia, 2008), por donde la vida privada se hace p�blica y lo �ntimo se transforma en exterioridad exhibida.
La extimidad entra en relaci�n con una pr�ctica muy frecuente entre madres y padres, que es el sharenting. El t�rmino sharenting es una condensaci�n ling��stica. Se trata de dos palabras que se combinan para formar una nueva, cuyo significado recibe aportaciones de las dos originales. En este caso, sharenting combina share (compartir) y parenting (parentalidad), para referirse a la pr�ctica parental de compartir contenido relacionado con los hijos en redes sociales y otras plataformas digitales.
Blum-Ross y Livingstone (2017) la definen como la acci�n de los adultos de compartir informaci�n online sobre sus hijos, dejando abierta la pregunta sobre d�nde termina la persona digital del adulto y comienza la del ni�o o la ni�a. Se trata de una autorrepresentaci�n relacional de madres y padres frente a audiencias que escapan a su control y que construye una huella digital propia y de sus hijos e hijas, que entra�a una p�rdida de la intimidad familiar y personal. Volveremos sobre este punto en el apartado de presentaci�n de resultados.
Dise�o metodol�gico
El trazado de este trabajo es cualitativo. Para este corte nos basamos en seis grupos focales realizados entre mayo y junio de 2023, con madres y padres de hijos o hijas de entre 11 y 17 a�os. Se desarroll� un muestreo te�rico que combin� conveniencia y bola de nieve para la conformaci�n de los grupos, con base en la participaci�n voluntaria en una encuesta previa.
Respetando los criterios de inclusi�n, consideramos v�lida esta estrategia de selecci�n en funci�n de la disponibilidad y la facilidad de acceso, coincidiendo con Krueger y Casey (2009) en que esto es especialmente aplicable en estudios exploratorios donde el objetivo es obtener una comprensi�n de las experiencias y percepciones de las personas participantes. En todos los casos, se trata de una herramienta eficaz para reunir informaci�n detallada y en profundidad, sin pretensiones de generalizaci�n.
La Tabla 3 detalla la composici�n de la muestra.
Tabla 3: Focus groups. Participantes

Se presenta una muestra diversa de participantes, consignando las plataformas en la que se desarrollaron las instancias de recolecci�n de datos y la duraci�n de cada instancia. Como vemos, predominan las mujeres y el rango etario es amplio, con edades que oscilan entre los 36 y los 63 a�os. La mayor�a de los participantes est�n casados y sus ocupaciones son variadas. Se distribuyen principalmente en Argentina, con �nfasis en la regi�n de CABA (Ciudad Aut�noma de Buenos Aires), AMBA (�rea Metropolitana de Buenos Aires) y PBA (Provincia de Buenos Aires). Algunos casos son del interior del pa�s y dos de pa�ses lim�trofes: Uruguay y Chile.
Contamos con un formato de presentaci�n, de consentimiento informado y un esquema de preguntas b�sico estandarizado, pero abierto a lo contingente. La Tabla 4 presenta el esquema semiestructurado aplicado.
Tabla 4: Focus groups. �reas de indagaci�n semiestructurada

La investigaci�n se estructur� en cuatro fases, siguiendo el procedimiento de la teor�a fundamentada (Glaser & Strauss, 2006; Strauss & Corbin, 2002), que establece tres etapas de codificaci�n: abierta, axial y selectiva. Las actividades desarrolladas en cada fase se consignan en la Figura 1.
Figura 1: Fases de la investigaci�n

Las fases 1 y 2 corresponden a la recolecci�n de datos, proceso paralelo al an�lisis, orientado por muestreo te�rico. Los tres primeros grupos se realizaron por videoconferencia (plataforma Zoom) y los tres restantes por la aplicaci�n de mensajer�a instant�nea WhatsApp. Entre ambas fases se produjo un intervalo de dos semanas destinado al an�lisis de datos en paralelo.
En ambos momentos de la recolecci�n contamos con un esquema predefinido de moderaci�n y observaci�n como estrategia de triangulaci�n de investigadores. Nos propusimos con ello minimizar limitaciones individuales y prejuicios que pudieran afectar la robustez del estudio (Denzin, 1978).
Al tiempo que eran obtenidos, los datos iban siendo trascriptos e incorporados como documentos en el software ATLAS.ti. En este primer trayecto se realiz� un microan�lisis rengl�n por rengl�n y una comparaci�n de la informaci�n recabada en cada grupo focal, mediante sucesivas iteraciones para identificar similitudes y diferencias, con cese por saturaci�n. Previo al comienzo del an�lisis configuramos un libro de c�digos aprior�stico basado en un mapeo previamente publicado.[2]
Las fases 3 y 4, de codificaci�n axial y selectiva, estuvieron destinadas a un progresivo refinamiento y ajuste, a trav�s de la puesta en la relaci�n de los c�digos entre s� y de la identificaci�n de una categor�a central que integre todas las dem�s.
Finalmente, la emergencia de patrones condujo al desarrollo de teor�a de rango medio, cercana a los datos.
Resultados
En las fases 1 y 2, de recolecci�n de datos y codificaci�n abierta, produjimos un doble movimiento. Por una parte, aplicamos la matriz aprior�stica (Castro-S�nchez, 2022) y, por otra, obtuvimos c�digos emergentes que se fueron agrupando alrededor de categor�as de orden descriptivo.
Ya en etapa axial estos c�digos se fueron fusionando a partir de la revisi�n y la comparaci�n, su enraizamiento y sus conexiones sem�nticas, y se conform� un cl�ster tem�tico de 19 c�digos, con 317 citas asociadas (enraizamiento) y 73 relaciones interc�digo (densidad). Los c�digos se nuclearon en torno a cuatro categor�as conceptuales: mediaci�n parental, socialidad online, parentalidad y privacidad.
Tabla 5: Cl�ster de c�digos de fase axial

Nota: AP: a priori; E: emergente
Las relaciones identificadas se graficaron en diferentes colores, en l�neas plenas o cortadas, unidireccionales o bidireccionales, como se muestra en la Figura 2 (ver las referencias en la Tabla 6).
Figura 2: Relaciones interc�digo

Tabla 6: Categor�as y relaciones

Vemos en la representaci�n gr�fica de red c�mo el control parental es un atributo de la parentalidad actual, sustentado en miedos de padres y madres frente a riesgos presuntos, que se contraponen con el logro de acuerdos parentofiliales. A su vez, estos acuerdos colisionan con un control parental que tambi�n tensiona con la privacidad en general y la privacidad online en particular, as� como con la pr�ctica del sharenting. Una pr�ctica asociada a las plataformas digitales y a las actividades y los usos asumidos por padres y madres, que genera fricci�n, adem�s, con sus propias funciones parentales.
Patr�n 1: control parental
Al trabajarse las relaciones entre c�digos �densidad en ATLAS.ti� comenzaron a configurarse patrones. El primero de ellos en torno al c�digo �control�, que se destaca por su nivel de enraizamiento. A partir de las citas asociadas, avanzamos en una tipificaci�n de las pr�cticas de control parental que se despliega en la Tabla 7.
Tabla 7: Pr�cticas de control parental

En la Tabla 7 realizamos un cruce entre las evidencias recogidas y los tipos de mediaci�n parental presentes en la literatura (Livingstone & Helsper, 2008; Livingstone et al., 2011; Albarello et al., 2022). Identificamos un control de tipo f�sico, h�brido o digital, vinculado a elementos puntuales: tiempo, espacio, dispositivos, software, geolocalizaci�n y redes sociales.
En cuanto al elemento tiempo, se evidencia un control relacionado con el uso o la actividad particular (tiempo para ver TikTok, por ejemplo) y tambi�n con el l�mite horario (permiso hasta las 10 de la noche). Aqu� el tipo de mediaci�n es restrictiva, como lo es en relaci�n con el espacio. Madres y padres controlan limitando el uso de dispositivos a ciertos ambientes del hogar o habitaciones comunes, o disponiendo que, si el uso es en un lugar m�s privado como un dormitorio, ellos puedan acceder en cualquier momento.
En el tipo de control que definimos como h�brido, con relaci�n a los dispositivos, proceden mediante monitoreo: lectura de mensajes, revisi�n de historiales, rastreo de interacciones. O directamente confiscando el smartphone, la tablet o la videoconsola. En un tipo de control digital, operan a trav�s de softwares, instalaci�n de filtros: una mediaci�n t�cnica.
Otras pr�cticas: la duplicaci�n de las cuentas en los dispositivos de los padres, el uso de herramientas de geolocalizaci�n, de modo permanente o eventual, vinculado a una circunstancia determinada. Finalmente, el stalkeo de los hijos en redes es una pr�ctica com�n de madres y padres. En el contexto de las redes sociales y el uso de internet, stalkeo se refiere al acto de espiar o vigilar a alguien a trav�s de sus perfiles, revisando detalladamente sus publicaciones, fotos y actividades en l�nea. Aunque, generalmente, en el caso de los hijos, los padres suelen ver lo que ellos permiten que vean.
En la Tabla 8 presentamos algunas evidencias del enraizamiento del c�digo �control�.
Tabla 8: Tipos de control y citas asociadas

Nota: Citas identificadas por procedencia (Z: Zoom; W: WhatsApp) y n�mero de focus group.
Patr�n 2: categor�a nuclear
El segundo patr�n se vincula con dos c�digos en tensi�n con el control: sharenting y �privacidad�. De ah� que ya en fase de codificaci�n selectiva, identificamos esta din�mica que emerge como categor�a nuclear.
Figura 3: La categor�a nuclear como patr�n emergente

Del an�lisis surge que el control parental est� en tensi�n con una pr�ctica bastante com�n entre madres y padres, que es el sharenting. Un c�digo que hemos agrupado en la categor�a �socialidad online�.
En el sharenting como modo de autorrepresentaci�n relacional de madres y padres, reside una inconsistencia de base que se traduce en una posici�n ambivalente. Inferimos que puede originarse en el desconocimiento y en una mirada adultoc�ntrica de las plataformas sociodigitales y de la socialidad online. Seguidamente, algunas evidencias de qu� pasa con el sharenting en el �mbito familiar.
La verdad es que yo uso m�s Instagram que ellas (�): �Mam�, no me etiquetes�. Como que las fotos, quiz�s les da un poco de verg�enza. O les daba, ya hoy est�n un poco m�s entregadas (Participante en Z2).
Si subo fotos de ellos, me dicen: ��Por qu� subiste esa foto?�. As� que bueno, alguna que otra vez he subido una foto y me la han borrado porque ellos entran en mi celular (Participante en Z3).
Como vimos, en fase selectiva, ambos c�digos (�control� y sharenting) tensionan con �privacidad�. Llegamos as� a determinar una categor�a nuclear que radica en esta triangulaci�n.
Control y sharenting coexisten como din�micas parentales que tensionan con la privacidad filial. Las mismas plataformas que padres y madres utilizan para proyectar sus pr�cticas de control son usadas para performar el ejercicio parental, concretar participaciones desde el rol y representar su identidad en t�rminos relacionales.
Si bien esto no es reconocido ampliamente por padres y madres, porque parece no existir un insight generalizado al respecto, se producen algunas expresiones que avanzan en el reconocimiento del problema:
Creo que es sano que tengan su espacio de intimidad con sus amigos, como lo ten�amos cuando �ramos chicos y que se est� perdiendo por cuestiones de seguridad (Participante en W2).
Los adultos tambi�n tenemos que rever ese concepto. Muchas veces mandamos info o fotos de nuestros hijos y no pensamos que tal vez los exponemos innecesariamente o que a ellos puede que no les guste (Participante en W2).
Desde un principio resolvimos los dos, por encima de todo, cuidar la libertad y la persona de nuestros hijos. Que tienen derecho a su intimidad, y eso cuid�rselos y nunca invadirlos en su intimidad, porque eso ser�a un poquito, qu� se yo, como cierto abuso (Participante en Z3).
A veces siento que me faltan herramientas o recursos para saber bien c�mo estar al tanto sin ser un detective privado. As� como tambi�n, sin invadir su privacidad (Participante en Z2).
En este punto, como lo adelantamos, dejamos definida la categor�a nuclear conformada por la din�mica de estos tres c�digos en tensi�n: �control�, sharenting y �privacidad�.
Figura 4: Categor�a nuclear: control-sharenting-privacidad

Discusi�n
La cuesti�n de la privacidad en l�nea de ni�as, ni�os y adolescentes es un problema que demanda investigaci�n aplicada y abordajes interdisciplinarios. De ah� que nos interes� poner nuestro hallazgo en di�logo con la literatura reciente sobre el tema.
Por una parte, el derecho a la protecci�n de la vida privada de ni�os, ni�as y adolescentes est� consagrado en el art�culo 16 de la Convenci�n sobre los Derechos del Ni�o y origina, adem�s, un apartado especial de la Observaci�n General n.� 25 (ONU, 2021) que extiende los derechos de la infancia al entorno digital.
La privacidad es vital para la autonom�a, la dignidad y la seguridad de los ni�os y para el ejercicio de sus derechos [�] Las amenazas a la privacidad de los ni�os pueden provenir [�] de las actividades de los miembros de la familia [�] por ejemplo cuando los padres publican fotograf�as en l�nea o una persona desconocida difunde informaci�n sobre un ni�o (ONU, 2021, p. 13).
Livingstone et al. (2022) se�alan que la privacidad infantil en l�nea est� siendo amenazada por nuevas formas de recolecci�n, procesamiento y vigilancia de datos implementadas por empresas, Estados y p�blico en general �incluidas las familias�. Se destaca c�mo para los ni�os la privacidad significa algo propio que no se comparte con otros. Por eso, hoy en d�a, la privacidad es tambi�n una contrase�a de tel�fono, un historial de navegaci�n, una publicaci�n en redes sociales o un trackeo de geolocalizaci�n.
Se advierte que incluso los ni�os peque�os expresan una clara comprensi�n de la privacidad como algo importante, relacionado con el acceso a uno mismo, al propio mundo interior y a la dignidad personal (Livingstone et al., 2022). Ni�os y ni�as son principalmente conscientes de su privacidad en contextos interpersonales, en relaci�n con otras personas, ya sean �ntimos o desconocidos, y son tambi�n la primera generaci�n en crecer con una dependencia ubicua y omnipresente de las tecnolog�as digitales para el aprendizaje, la comunicaci�n, la salud, el ocio, el trabajo y la pol�tica (Livingstone et al., 2022). Por lo tanto, se instala el imperativo del respeto y la salvaguarda de sus derechos en relaci�n con el entorno digital.
Algunas de las personas entrevistadas son conscientes de esto y as� lo expresan:
Los adultos tambi�n tenemos que rever ese concepto. Muchas veces mandamos informaci�n o fotos de nuestros hijos y no pensamos que tal vez los exponemos innecesariamente, o que a ellos puede que no les guste (Participante en W2).
Cuando publico alguna foto de la familia, siempre es con autorizaci�n de los chicos (Participante en Z3).
Stoilova et al. (2023) remarcan que los controles parentales que se basan en t�cnicas invasivas de la privacidad, en el establecimiento de reglas autoritarias o de medidas estrictas, tienden a ser ineficaces y obstaculizar el desarrollo de habilidades de afrontamiento y de la resiliencia online de los ni�os. Por otra parte, las medidas consideradas demasiado restrictivas o intrusivas pueden conducir a la erosi�n de la confianza dentro de la familia.
Se advierte que los mejores resultados para los ni�os se producen cuando las pr�cticas de control parental est�n centradas en un enfoque positivo, que favorece la comunicaci�n abierta y los acuerdos dialogados entre padres e hijos (Stoilova et al., 2023). Transmitir al hijo el sentido de autocontrol mejora su sensaci�n de competencia y dominio personal (P�cnik & Laliere, 2012; Castro-S�nchez, 2019). Los padres deben estimular sus puntos fuertes, respetando el ritmo de evoluci�n de sus capacidades. Aquellos que identifican y estimulan los puntos fuertes de sus hijos, observando el ritmo de su desarrollo, fomentan un sentido de competencia y autoconfianza (Dweck, 2016).
Porque la parentalidad se reconoce como un proceso din�mico, en el que tanto padres como hijos cambian y progresan con el tiempo, la autonom�a debe ser adquirida de manera gradual. En este sentido, la Observaci�n General n.� 25 (ONU, 2021) resalta c�mo el principio de progresividad se aplica en el contexto digital. A medida que los ni�os adquieren habilidades digitales y comprenden mejor el entorno virtual, deben tener m�s oportunidades para participar y tomar decisiones informadas. Esto incluye la protecci�n de su privacidad, la participaci�n en plataformas digitales y el acceso seguro a la informaci�n y el juego.
Respetar la evoluci�n de las capacidades del ni�o como principio habilitante que aborda el proceso de adquisici�n gradual de competencias, comprensi�n y capacidad de acci�n. Ese proceso tiene particular importancia en el entorno digital, donde los ni�os pueden participar de manera m�s independiente de la supervisi�n de los padres y cuidadores. Los riesgos y oportunidades asociados con la participaci�n de los ni�os en el entorno digital cambian seg�n su edad y etapa de desarrollo (ONU, 2021, p. 4).
Por otra parte, el principio de progresividad tambi�n implica que los padres deben ajustar su orientaci�n de acuerdo con el desarrollo del ni�o. En el entorno digital, esto significa permitirles un grado creciente de autonom�a a medida que adquieren mayores competencias. En todos los casos, se deben crear espacios de escucha y reflexi�n para fomentar la autopercepci�n de los hijos como agentes activos y competentes, capaces de intervenir en su entorno.
Generar situaciones de aprendizaje ayuda a desarrollar una autonom�a filial, que no es sin�nimo de desvinculaci�n, sino de reafirmaci�n en su lugar dentro de la familia y la comunidad. El desarrollo de la autonom�a debe ser apoyado dentro del contexto familiar y comunitario, asegurando que los ni�os se sientan valorados y reafirmados en su lugar dentro de estos sistemas (Bronfenbrenner, 1987). A medida que ganan autonom�a y responsabilidad, los padres deben orientarlos adecuadamente, mediante criterios y valores, centrando la atenci�n en los aspectos positivos y expresando confianza en su potencial.
Padres e hijos se involucran e implican rec�procamente, constituy�ndose desde la interacci�n. Este es uno de los puntos centrales que definen la parentalidad como proceso (P�cnik & Laliere, 2012; Castro-S�nchez, 2019. De este modo, la estructuraci�n es mutua; pues si bien los padres tienen ciertas expectativas hacia sus hijos, deben de la misma manera esforzarse por estar a la altura de ellas, constituy�ndose ellos mismos en facilitadores. La parentalidad no se concibe como una tarea exclusiva de los adultos significativos que intervienen sobre la conducta de los ni�os, sino que se reconoce la contribuci�n decisiva que tienen estos, instal�ndose una dial�ctica de colaboraci�n (Rodrigo et al., 2009; Castro-S�nchez, 2019).
Notas conclusivas
Entre nuestros hallazgos destacamos que la totalidad de las personas entrevistadas refieren pr�cticas de control, al tiempo que algunas de ellas refieren pr�cticas de control y sharenting. Del mismo modo, ponemos de relieve que ciertas estrategias de control parental y de representaci�n del yo relacional en redes sociales no son respetuosas de la privacidad de los hijos.
Teniendo en cuenta lo expuesto, podemos concluir que en el ejercicio de la parentalidad digital los actores se perciben anclados en la funci�n de control, y que esto entra en tensi�n con su propia representaci�n relacional en plataformas digitales, particularmente con la pr�ctica del sharenting. Adicionalmente, remarcamos que ambas din�micas, control y sharenting, colisionan con el derecho a la privacidad de ni�as, ni�os y adolescentes.
De los datos recolectados y su an�lisis se desprende que la parentalidad digital est� hoy circunscripta a la dimensi�n mediadora y sujeta a la funci�n de control.
Algunas implicaciones emergen de nuestro desarrollo. La parentalidad positiva es una parentalidad en los derechos de la ni�ez, que deben ser garantizados tambi�n en el entorno digital. En este marco, el ejercicio parental debe incorporar el principio de progresividad; a medida que hijos e hijas crecen y maduran, se debe dar m�s peso a sus opiniones, y madres y padres deben ajustar su orientaci�n para reflejar estas capacidades en evoluci�n. Las capacidades evolucionan, por lo que la autonom�a debe expandirse tambi�n. Y la acci�n parental debe encaminarse a formar para el pleno ejercicio de derechos on y offline.
Remarcamos, por �ltimo, que madres y padres necesitan desarrollar competencias para la pr�ctica de una parentalidad digital positiva. Aqu� la alfabetizaci�n digital juega un rol central, puesto que el conocimiento de las herramientas condiciona en gran manera las posibilidades de acci�n.
Madres y padres deben tener presente que la parentalidad es un continuum. Es fundamental que los actores intervinientes tomen conciencia de que los medios digitales, las interfaces y las plataformas son tambi�n espacios en los que se ejerce el rol parental. Este punto, que no siempre es evidente, presenta particular relevancia.
Consideramos que este trabajo contribuye a una toma de conciencia y que esta ser�a una de sus implicaciones centrales. En este sentido, la tipificaci�n del control parental puede ser un aporte novedoso, como tambi�n el hallazgo del patr�n subyacente al problema, que puede tener incidencia de orden profesional en el trabajo con madres, padres y cuidadores.
La �ndole cualitativa del trabajo, si bien favorece una comprensi�n en profundidad del fen�meno, tambi�n presenta limitaciones que deben ser consideradas. Una de las principales limitaciones es la restricci�n en la transferencia de los hallazgos, as� como la imposibilidad de extrapolaci�n a poblaciones m�s amplias. Las conclusiones obtenidas en este contexto espec�fico pueden tenerse como antecedentes en oportunidad de abordar otros grupos y tambi�n como base para estudios confirmatorios.
Somos conscientes de que la interpretaci�n de datos est� influenciada por las perspectivas, las experiencias y las expectativas del investigador, lo que puede introducir sesgos. Para debilitar esta limitaci�n, se utiliz� la triangulaci�n de investigadores durante la recolecci�n de datos, buscando reducir el impacto de la subjetividad individual, superar los sesgos y aumentar la intersubjetividad.
Desde nuestro prisma cualitativo buscamos profundizar y teorizar a partir de los datos recabados. Futuras investigaciones podr�an convertir las afirmaciones conclusivas de este estudio en un conjunto de hip�tesis susceptibles de operacionalizaci�n y medici�n. O en supuestos abiertos a verificaci�n emp�rica.
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Disponibilidad: El conjunto de datos que apoya los resultados de este estudio no se encuentra disponible.
C�mo citar: Castro-S�nchez, M., Beccaria, M. C., Calamante, S., Silvetti, R., & Bertuni, D. (2024). Problematizando la parentalidad digital: pr�cticas de control, sharenting y privacidad. Dixit, 38, e3784. https://doi.org/10.22235/d.v38.3784
Contribuci�n de los autores (Taxonom�a CRediT): 1. Conceptualizaci�n; 2. Curaci�n de datos; 3.� An�lisis formal; 4. Adquisici�n de fondos; 5. Investigaci�n; 6. Metodolog�a; 7. Administraci�n de proyecto; 8. Recursos; 9. Software; 10. Supervisi�n; 11. Validaci�n; 12. Visualizaci�n; 13. Redacci�n: borrador original; 14. Redacci�n: revisi�n y edici�n.
M. C. S. ha contribuido en 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 10, 12, 13, 14; M. C. B. en 2, 5; S. C. en 2, 5; R. S. en 2, 5; D. B. en 2, 5.
Editor cient�fico responsable: L. D.
[1] Se trata del proyecto #parentalidad.digital, que cuenta con financiamiento del Vicerrectorado de Investigaci�n de la Universidad Austral de Argentina, obtenido en el 18.� Concurso Interno de Proyectos de Investigaci�n Cient�fica.
[2] El mapeo aludido fue realizado de acuerdo con la t�cnica de an�lisis situacional propuesta por Clarke (2005, en Castro-S�nchez, 2022).