Ciencias Psicológicas, v19 (n1)
enero-junio 2025
10.22235/cp.v19i1.4074
Rigidez cognitiva y tiempo de práctica de improvisación teatral como predictores de las dimensiones de la empatía
Cognitive rigidity and theatrical improvisation practice time as predictors of empathy dimensions
Rigidez cognitiva e tempo de prática de improvisação teatral como preditores das dimensões de empatia
Gianfranco Baldeon1, ORCID 0000-0002-4236-7666
Agustín Espinosa2, ORCID 0000-0002-2275-5792
1 Pontificia Universidad Católica del Perú, Perú, [email protected]
2 Pontificia Universidad Católica del Perú, Perú
Resumen:
Se ha sugerido una posible relación entre práctica de improvisación teatral y empatía a partir de algunos estudios cualitativos. El objetivo de este trabajo fue analizar la contribución estadística del tiempo de práctica de improvisación teatral y rigidez cognitiva sobre la empatía, desde el modelo del afecto a la cognición de la empatía en un modelo estadístico. Los participantes fueron 204 jóvenes y adultos residentes de Lima, de los cuales el 51 % practicaba la improvisación teatral y el 49 % eran mujeres. Se usó un muestreo no probabilístico y un análisis de senderos. Los resultados indican que las variables investigadas pueden integrarse en un modelo estadístico y de buen ajuste, donde la práctica de improvisación contribuye directamente en las dimensiones de fantasía e indirectamente en toma de perspectiva, mediado por la rigidez. Los resultados aportan evidencia a favor de la aplicación del modelo del afecto a la cognición en el contexto latinoamericano y son comparados con los estudios cualitativos de improvisación y empatía. Las implicancias prácticas sobre el rol de la improvisación teatral y las implicancias teóricas sobre la predicción de las dimensiones de la empatía son analizadas.
Palabras clave: improvisación teatral; rigidez cognitiva; empatía; modelo del afecto a la cognición.
Abstract:
A possible relationship between theatrical improvisation practice and empathy has been suggested from some qualitative studies. The aim of this study was to analyze the statistical contribution of theatrical improvisation practice time and cognitive rigidity on empathy using the Affect-Cognition model within a statistical framework. The participants were 204 young and adult residents of Lima, of which 51 % practiced theatrical improvisation and 49 % were women. Non-probabilistic sampling and path analysis were used. The results indicate that the variables investigated can be integrated in a statistical model with a good fit, where the practice of improvisation contributes directly to Fantasy and indirectly to Perspective Taking, mediated by Rigidity. The results provide evidence in favor of the application of the Affect-Cognition model in the Latin American context and are compared with qualitative studies of improvisation and empathy. Practical implications on the role of theatrical improvisation and theoretical implications on the prediction of empathy are analyzed.
Keywords: theatrical improvisation; cognitive rigidity; empathy; affect-cognition model.
Resumo:
Uma possível relação entre a prática de improvisação teatral e a empatia foi sugerida a partir de alguns estudos qualitativos. O objetivo deste estudo foi analisar a contribuição estatística do tempo de prática de improvisação teatral e da rigidez cognitiva sobre a empatia, a partir do modelo do afeto à cognição da empatia, em um modelo estatístico. Os participantes foram 204 jovens e adultos residentes em Lima, dos quais 51 % praticavam a improvisação teatral e 49 % eram mulheres. Foram utilizadas uma amostragem não probabilística e uma análise de caminhos. Os resultados indicam que as variáveis investigadas podem ser integradas em um modelo estatístico com um bom ajuste, no qual a prática da improvisação contribui diretamente para as dimensões de fantasia e indiretamente para a tomada de perspectiva, mediada pela rigidez. Os resultados fornecem evidências a favor da aplicação do modelo do afeto à cognição no contexto latino-americano e são comparados com estudos qualitativos de improvisação e empatia. São analisadas as implicações práticas sobre o papel da improvisação teatral e as implicações teóricas sobre a predição das dimensões da empatia.
Palavras-chave: improvisação teatral; rigidez cognitiva; empatia; modelo do afeto à cognição.
Recibido: 20/05/2024
Aceptado: 22/04/2025
Introducción
Empatía desde el modelo multidimensional de Davis
Según Fernández-Pinto et al. (2008), en la historia del estudio de la empatía se han identificado dos principales enfoques: el cognitivo versus afectivo, y el integrador de la empatía como cognición y emoción. El primero se caracteriza por la existencia de diversas conceptualizaciones de la empatía que resaltan más su dimensión cognitiva o afectiva. En contraste, el segundo agrupa conceptualizaciones que integran ambas dimensiones. Desde este segundo enfoque, Davis (1980) planteó que la empatía es un conjunto de reacciones cognitivas y emocionales de un individuo que observa las experiencias de otro. Asimismo, es un concepto complejo y multidimensional que integra los componentes: toma de perspectiva (que se caracteriza por la tendencia a adoptar el punto de vista de los demás), fantasía (que comprende la tendencia a identificarse con personajes ficticios de libros o películas), preocupación empática (que implica una orientación a sentir compasión, preocupación y afecto ante experiencias negativas de los demás) y malestar personal (que refiere a la orientación a sentir incomodidad o ansiedad ante las experiencias negativas de los demás). De estos cuatro componentes, los dos primeros son considerados componentes cognitivos; mientras que los dos últimos afectivos. Es importante señalar que algunas conceptualizaciones posteriores de la empatía comparten la visión integradora de Davis, pero incluyen otras dimensiones y la enfocan como un proceso. Así, Decety y Jackson (2004) incluyen a la flexibilidad mental y la regulación emocional en su propuesta.
Para estudiar estas cuatro dimensiones de la empatía, Davis (1983) desarrolló el instrumento Interpersonal Reactivity Index (IRI), que se constituye en una de las escalas más usadas para investigar la empatía (Fernández-Pinto et al., 2008; Israelashvili & Karniol, 2018). Uno de los enfoques metodológicos en el estudio de la empatía es el de la medición incompleta y unificada del IRI; es decir, enfoques que promedian dos o más dimensiones de la empatía para tratarla como una única variable. Así, algunos estudios sobre la relación entre prejuicios y empatía han evaluado a esta última promediando sus cuatro componentes: toma de perspectiva, preocupación empática, fantasía y malestar personal (Álvarez-Castillo et al., 2018; Bäckström & Björklund, 2007); mientras que otros estudios solo promedian los dos primeros (Díaz-Lázaro et al., 2014; Díaz-Lázaro & Toro-Alfonso, 2013; McFarland, 2010; Nicol & Rounding, 2013). Sin embargo, este enfoque de medición resulta problemático (Israelashvili & Karniol, 2018), debido a que dificultan la diferenciación entre los factores cognitivos y afectivos de la empatía pues al promediar, por ejemplo, preocupación empática y toma de perspectiva no se puede evaluar la correlación o contribución estadística de cada componente con otras variables de manera independiente. Además, este enfoque de medición anula la relevancia de fantasía y malestar, pues no suele promediarse para medir la empatía. Finalmente, este enfoque de medición no permite analizar las interrelaciones entre los componentes de la empatía al no tratarlos de forma independiente sino promediada.
Empatía desde el modelo del afecto a la cognición
Israelashvili y Karniol (2018) hallaron que, en los estudios de empatía, aun no queda claro si los factores cognitivos preceden a los afectivos o viceversa, pues los hallazgos son contradictorios y poco concluyentes. Por ello, los autores evaluaron dos modelos estadísticos con las dimensiones de la empatía desde el modelo multidimensional de Davis (1980). Así, reportaron mayor soporte estadístico en el modelo que plantea influencia de los factores afectivos sobre los cognitivos y establecen el modelo del afecto a la cognición de la empatía, donde preocupación empática y malestar personal influirían independientemente sobre la toma de perspectiva y la fantasía, lo cual se atribuye a las experiencias de preocupación empática y malestar personal que surgen como respuesta a la percepción de que una persona atraviesa una situación difícil, lo que promueve la activación de la toma de perspectiva si la respuesta está marcada por la preocupación, o la inhibición si predomina el malestar (Israelashvili & Karniol, 2018).
Una de las contribuciones teóricas del modelo del afecto a la cognición de la empatía es el establecimiento de relaciones teóricas y empíricas entre los componentes de la empatía, lo cual brinda una mayor especificidad en las investigaciones e intervenciones sobre la empatía en relación con otras variables. Además, un aporte metodológico del modelo del afecto a la cognición es que retoma la medición completa e independiente del IRI, retomando la visión multidimensional y no promediada de la empatía.
Por otro lado, una de las limitaciones del modelo del afecto a la cognición de la empatía es que, si bien usa diferentes muestras para testear su modelo, solo ha sido abordado en el estudio de Israelashvili & Karniol (2018). No obstante, cabe resaltar que el modelo es coherente con las investigaciones de la empatía desde las neurociencias, donde se reporta que los componentes afectivos de la empatía son los primeros en desarrollarse en contraste con los cognitivos, y que además son los componentes iniciales de la experiencia subjetiva de empatía (Decety & Holvoet, 2021; Lamm et al., 2007). Otra limitación del modelo es que la relación predictiva de los factores afectivos y la fantasía no es del todo clara ni está conceptualmente definida. Si bien esta relación no es consistente en las tres muestras analizadas por Israelashvili y Karniol (2018), cabe abordar e hipotetizar cómo podría explicarse para contribuir a la conceptualización del modelo y aportarle mayor solidez teórica.
En cuanto a la relación de malestar personal y fantasía, es posible que el malestar promueva la activación de la fantasía para regular las emociones de estrés o ansiedad ante un evento difícil de otra persona (Shiota & Nomura, 2022). Asimismo, esto es coherente con investigaciones que encuentran que la imaginación o la fantasía puede usarse como respuesta al estrés o incertidumbre (Rubinstein et al., 2021; Rubinstein et al., 2023).
Respecto a la influencia de la preocupación empática sobre la fantasía, es probable que la preocupación incremente la activación de fantasía o identificación con otros para facilitar la comprensión de emociones de otra persona y con ello buscar formas de reducir el malestar. Esto es coherente con la contribución estadística de fantasía sobre reconocimiento de emociones y estados internos de otras personas (Bukach et al., 2018; Namba et al., 2021), y la correlación entre preocupación empática y el reconocimiento emocional (Israelashvili et al., 2020).
Por tanto, aunque tanto malestar como preocupación impactarían positivamente en la fantasía, la diferencia radicaría en que la influencia de cada una está orientada a diferentes propósitos, tales como: regular el estrés propio (malestar) o facilitar la comprensión emocional de un otro (preocupación). Otra diferencia radicaría en que la contribución estadística de la preocupación empática sobre la fantasía tiende a ser mayor considerando sus coeficientes betas (.38 a .50) en comparación con el aporte de malestar (.15 a .22) (Israelashvili & Karniol, 2018). Posiblemente, el malestar tenga un menor impacto sobre la fantasía debido a que no es la única manera de contrarrestar el malestar, pues, por ejemplo, también se reduciría evitando la experiencia que lo desencadena (Israelashvili & Karniol, 2018). Adicionalmente, preocupación empática y malestar personal pueden estar correlacionados positivamente pues ambas son reacciones emocionales ante situaciones similares, lo cual es coherente con teorías y evidencias previas (Davis, 1983; Israelashvili & Karniol, 2018; Israelashvili et al., 2020).
Rigidez cognitiva: un predictor directo de la empatía
Con la finalidad de desarrollar intervenciones para promover la empatía, algunos estudios han identificado sus predictores (Guilera et al., 2019; Song & Shi, 2017). Sin embargo, pocas investigaciones han estudiado los predictores de la empatía considerando el modelo del afecto a la cognición de la empatía, debido a su relativa novedad (Israelashvili & Karniol, 2018; Israelashvili et al., 2020). Así, investigaciones previas de la relación entre personalidad y empatía han identificado predictores para cada faceta de la empatía, pero no las han integrado en un modelo estadístico. Resulta particularmente relevante investigar la apertura a la experiencia dado que puede impactar en todas las facetas de la empatía, aunque con mayor contribución y estabilidad sobre la toma de perspectiva y malestar personal (Guilera et al., 2019; Melchers et al., 2016; Song & Shi, 2017).
Al respecto, cabe considerar el concepto rigidez cognitiva que integra a la apertura a la experiencia y otras variables individuales (Jost et al., 2003; Rottenbacher, 2012a). Este se define como un estilo y capacidad cognitiva caracterizada por una mayor sensibilidad a satisfacer las necesidades epistémicas de reducir la incertidumbre, complejidad y ambigüedad, además de una preferencia cognitiva por la certeza, estructura, orden y cierre; siendo la apertura a la experiencia una expresión negativa de la rigidez (Jost et al., 2009; Jost et al., 2003; Rottenbacher, 2012a). La influencia de rigidez cognitiva sobre la toma de perspectiva se explicaría por el impulso de la rigidez de reducir o evitar la apertura a pensamientos y emociones de otras personas que están inmersas en situaciones complejas o de incertidumbre para cubrir una necesidad cognitiva de certeza y orden; esto es coherente con las evidencias de que la apertura a la experiencia, expresión de rigidez, influye en la toma de perspectiva (Di Fabio & Kenny, 2021; Levin et al., 2016; Song & Shi, 2017). Adicionalmente, este planteamiento es coherente con la teoría de la empatía de Decety y Jackson (2004), que sostiene que la comprensión empática requiere un mínimo de flexibilidad mental para adoptar otro enfoque subjetivo.
La contribución de rigidez cognitiva sobre malestar personal podría atribuirse a que el malestar es posiblemente una manifestación de la rigidez en situaciones interpersonales; es decir, el malestar que se genera frente a emergencias de otras personas es posiblemente debido a que estas situaciones son percibidas como estímulos inciertos e imprevistos, que se buscan evitar o reducir (Davis, 1980; Rottenbacher, 2012a). Esto es coherente con evidencia previa que indica que apertura a la experiencia, expresión de rigidez cognitiva, predice negativamente al malestar personal (Song & Shi, 2017).
Práctica de improvisación teatral: un predictor directo e indirecto de la empatía
Existen algunas intervenciones que impactan no solo en la rigidez cognitiva, sino también en las facetas de la empatía. Con respecto a la empatía, en revisiones metaanalíticas se encontró que la práctica de mindfulness y teatro contribuyen en su desarrollo (Hu et al., 2022; Lewandowska & Węziak-Białowolska, 2022). En particular, la práctica del teatro es interesante porque impacta en los factores cognitivos y afectivos de la empatía, y en características complementarias, como las habilidades sociales y comunicacionales, lo que puede incidir en la empatía (Schmidt et al., 2021). Al respecto, la improvisación es definida como una técnica teatral que puede ser practicada individual o colectivamente, y que comprende la creación inmediata y espontánea de situaciones, historias o espectáculos teatrales a partir de los acuerdos establecidos continuamente por un improvisador, sus compañeros o el público (Argentino, 2013).
En cuanto a la influencia de la práctica de improvisación sobre la rigidez cognitiva, en dos experimentos con muestras de universitarios se encontró que esta práctica disminuyó los niveles de dos expresiones de rigidez cognitiva, lo cual se explica por los cómodos encuentros con la incertidumbre o ambigüedad, además de la demanda de flexibilidad cognitiva que implica la práctica continua de improvisación (Baldeon & Espinosa, 2024; Felsman et al., 2020; Felsman et al., 2023; Hainselin et al., 2018; Lewis, 2012; Lewis & Lovatt, 2013). Si se considera al malestar como expresión de la rigidez, la práctica de improvisación teatral también podría impactar en ella. Además, desde un enfoque cuantitativo, se ha encontrado que la improvisación reduce la ansiedad (Felsman et al., 2019; Felsman et al., 2023). Complementariamente, desde un enfoque cualitativo, se han reportado percepciones de que la improvisación reduce el estrés e incluso el malestar personal (Stewart, 2016; Zelenski et al., 2020).
En relación con la contribución de la práctica de improvisación sobre la toma de perspectiva, si bien no existen evidencias cuantitativas de esta correlación o predicción, desde un enfoque cualitativo, se han reportado percepciones de aprendizaje de toma de perspectiva y de mayores niveles de empatía en adolescentes peruanos (Bachani, 2020) y universitarios estadounidenses (Stewart, 2016) que practicaron improvisación teatral. Esto se explica por percepciones de mayor escucha, consideración y comprensión de otras personas luego de practicarla. Además, se ha planteado y reportado que dos principios de la improvisación teatral, escucha activa y aceptación incondicional, pueden ayudar a desarrollar habilidades asociadas a la toma de perspectiva, pues favorecen el reconocimiento de emociones y la aceptación de expresiones emocionales (Cai et al., 2019; Davis, 1980; Shivarajan & Andrews, 2021).
Finalmente, con respecto al impacto de la práctica de la improvisación sobre la fantasía, aunque no se reportan evidencias de esta correlación o predicción, es posible hipotetizarla debido a que se hallan diferencias significativas en los niveles de fantasía entre muestras de personas en general y personas que practican técnicas teatrales, como juego de roles de personajes ficticios. Esto se explica porque la constante identificación con personajes ficticios promueve la identificación con estos (Rivers et al., 2016; Schmidt et al., 2021). Cabe añadir que los estudios citados antes sobre improvisación teatral se limitan a evaluar el impacto de la práctica, así que sería relevante indagar además el impacto del tiempo de la práctica.
La importancia de investigar la empatía y sus factores asociados
Históricamente, los conflictos han persistido en el mundo. En el contexto actual, hasta febrero del 2024 se estima que más de 240 mil personas han fallecido a causa de los conflictos bélicos en Gaza y Ucrania (Khatib et al., 2024; The Lancet, 2023). Resulta necesario promover una cultura de paz para prevenir conflictos violentos y resolver problemas mediante el diálogo (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2002). En el abordaje de la cultura de paz, la empatía es un elemento clave para la transformación personal y social (de Rivera et al., 2011). Sin embargo, problemas globales como la pandemia del COVID-19 o las crisis financieras han incrementado los niveles de ansiedad y estrés, lo que puede reducir la empatía de las personas (Arceneaux, 2017; Nair et al., 2024; Nitschke & Bartz, 2023). Por ello, es relevante investigar estrategias para contrarrestar estos efectos, fomentar la empatía y, consecuentemente, la cultura de paz.
Particularmente, un tipo de conflicto persistente en el Perú es la discriminación. Según encuestas nacionales, 1 de cada 3 peruanos ha experimentado discriminación, el 53 % cree que sus compatriotas son racistas; además, 63 % de personas LGBTI han experimentado discriminación (Instituto Nacional de Estadística e Informática, 2017, 2019; Ministerio de Cultura, 2018). Uno de los factores explicativos de la discriminación son los prejuicios (Agadullina et al., 2022; Pauwels & Williamson, 2022).
Respecto a la relación entre empatía y prejuicios, McFarland (2010) encontró que la empatía es uno de los tres grandes predictores del prejuicio generalizado, aunque posteriores estudios de esa línea reportaron resultados inconsistentes (Álvarez-Castillo et al., 2018; Bäckström & Björklund, 2007; Díaz-Lázaro & Toro-Alfonso, 2013; Nicol & Rounding, 2013). Asimismo, se ha reportado que intervenciones orientadas a promover la empatía han reducido prejuicios (Matera et al., 2021; Miklikowska, 2018; Olivier et al., 2019; Suarez et al., 2024; Vezzali et al., 2015), aunque el prejuicio también es influido por otras variables, como el conservadurismo político, el contexto socioeconómico, los antecedentes históricos, etc. (Espinosa et al., 2007; Jost et al., 2003; Sidanius et al., 2004). Así, establecida la contribución de la empatía en reducción de prejuicios, resulta relevante indagar más cómo podría incrementarse.
Adicionalmente, la empatía no solo tiene un rol en la prevención de conflictos, sino que también tiene un papel en la promoción de la salud. Así, se la ha encontrado como predictor directo de la salud mental en muestras de jóvenes (Chung et al., 2021; Li et al., 2024; Niu et al., 2023; Wang et al., 2023). Además, se ha sugerido que la empatía es un predictor indirecto del bienestar subjetivo, las relaciones positivas y la adaptación social, debido a su influencia en la conducta prosocial (Chen, 2023; Fu et al., 2022; Pang et al., 2022). Por tanto, es importante investigar la empatía y sus factores asociados dado su impacto individual y social.
Objetivo de estudio
El objetivo de este estudio fue analizar la contribución estadística de los meses de práctica de improvisación teatral y la rigidez cognitiva sobre la empatía desde el modelo del afecto a la cognición de la empatía mediante un modelo estadístico integrado. Las hipótesis planteadas se muestran en la Figura 1.
Figura 1: Modelo hipotetizado
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Método
Diseño
El presente estudio emplea un diseño no experimental transversal correlacional-predictivo. Si bien el estudio incluye dos grupos de participantes, estos no fueron asignados aleatoriamente como lo requiere un experimento. Se optó por un estudio que permitía analizar las relaciones descritas en el marco teórico en un momento determinado (Hernández et al., 2010).
Participantes
Se usó un muestreo no probabilístico por conveniencia. La muestra la compuso 204 jóvenes y adultos peruanos. Los participantes fueron seleccionados según su pertenencia a dos grupos: uno de practicantes de improvisación teatral en los últimos 6 meses (Grupo con práctica de improvisación) y otro grupo de no practicantes (Grupo sin práctica de improvisación). Los participantes con práctica fueron contactados con la colaboración de docentes de 10 escuelas de improvisación teatral, y los sin práctica fueron contactados en universidades y centros de trabajo. La muestra total tuvo un tamaño con un poder estadístico mínimo para realizar un análisis de senderos (Kline, 2011). En la Tabla 1 se muestran las características sociodemográficas de la muestra.
Tabla 1: Información sociodemográfica de la muestra

Instrumentos
Cuestionario sociodemográfico. Se recogió información sobre edad, sexo, carrera de estudios, práctica de improvisación teatral en los últimos 6 meses y tiempo de práctica de improvisación a lo largo de la vida.
Índice de reactividad personal (IRI; Davis, 1983). Para medir la empatía, se utilizó la adaptación peruana del IRI (Acasiete, 2015), compuesta por 28 ítems, cuya opción de respuesta es una escala del 1 (No me describe bien) al 5 (Me describe muy bien). Se encontraron coeficientes de confiabilidad adecuados para las dimensiones estudiadas: toma de perspectiva α = .75, preocupación empática α = .73, malestar personal α = .73 y fantasía α = .70.
Cuestionario integrado y reducido de la rigidez cognitiva. Se desarrolló un cuestionario que integró varios ítems de instrumentos usados en estudios previos para evaluar la rigidez cognitiva de forma más reducida (Baldeon, 2020; Rottenbacher, 2012a, 2012b). Este se compone por 20 ítems, cuya opción de respuesta es una escala Likert de 6 puntos, donde 1 es Totalmente en desacuerdo y 6, Totalmente de acuerdo. El puntaje global tiene un buen nivel de confiabilidad (α = .88).
Procedimiento de recolección de datos
Los datos fueron recolectados individual y presencialmente entre marzo y junio de 2019. El tiempo promedio de respuesta del grupo de cuestionarios entregados en versión impresa fue aproximadamente 15 minutos.
La mitad de los participantes fueron contactados con la colaboración de docentes de 10 escuelas de improvisación teatral y la otra mitad fue contactada en universidades y centros de trabajo de Lima. Se siguieron los estándares éticos de la Pontificia Universidad Católica del Perú, basados en los lineamientos éticos de Helsinki para las investigaciones con seres humanos. Asimismo, se siguió las consideraciones éticas del Comité de Ética de Psicología 2019 y se firmó una declaración de compromiso con los principios éticos del Comité de Ética de la Investigación de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Todos los participantes recibieron un consentimiento informado.
Análisis de datos
Los datos fueron procesados y analizados con el software estadístico R Studio y paquete Lavaan (version 0.5-23.1097). Se realizaron análisis de confiabilidad, correlación de Pearson y de senderos, utilizando el estimador de máxima verosimilitud, debido a que las variables estudiadas mostraron una distribución normal (Kline, 2011; Li, 2016). El ajuste del modelo fue evaluado según los siguientes criterios: χ²/gl < 2; Bentler-Bonett Comparative Fit Index (CFI) > .95; Incremental Fit Index (IFI) > .95; Steiger-Lind Root Mean Square Error of Approximation (RMSEA) < .08 y Standardized root mean square residual (SRMR) < .08 (Kline, 2011).
Resultados
En la Tabla 2 figuran los estadísticos de la media, la desviación estándar y de la prueba de normalidad de cada una de las variables estudiadas.
Tabla 2: Pruebas de normalidad de variables estudiadas en muestra total

*p > .05
La Tabla 3 muestra las correlaciones entre las variables estudiadas. Para responder al objetivo de la investigación, se extrajo una matriz de correlaciones y el modelo hipotetizado (Figura 1) fue probado utilizando un análisis de senderos.
Tabla 3: Matriz de correlaciones (N = 204)

*p < .05; **p < .01
Así, el modelo obtuvo un buen ajuste (χ²/gl = 0, 473; CFI = 1.000; IFI = 1.010; RMSEA = .000 (IC90 % = .000 - .073); SRMR = .020 (Kline, 2011). Las relaciones hipotetizadas y coeficientes estimados se muestran en la Figura 2. La mayoría de las hipótesis se cumplieron, con excepción de H9 (meses de práctica de improvisación → malestar personal) y H10 (meses de práctica de improvisación → toma de perspectiva). Posteriormente, se probó un modelo alternativo excluyendo las hipótesis no cumplidas. El modelo tuvo un buen ajuste (χ²/gl = 0, 416; CFI = 1.000; IFI = 1.017; RMSEA = .00 (IC90 % = .00 - .047); SRMR = .021) (Kline, 2011).
Figura 2: Modelo hipotetizado analizado

Discusión
El objetivo de este estudio fue analizar la contribución estadística de la práctica de improvisación teatral y la rigidez cognitiva sobre la empatía desde el modelo del afecto a la cognición de la empatía mediante un modelo estadístico integrado. Los resultados indican que el modelo teórico propuesto presenta buenos índices de ajuste y demuestra una contribución indirecta de los meses de práctica de improvisación teatral sobre la empatía mediada por la rigidez cognitiva. Además, la mayoría de las hipótesis del modelo se han cumplido, con excepción de las H9 e H10. El modelo alternativo muestra una ligera mejora de los índices de ajuste si excluyen las relaciones de las hipótesis no cumplidas.
Modelo del afecto a la cognición de la empatía aplicable al contexto latinoamericano
En principio, con relación a la empatía, los resultados indican que se cumplen las hipótesis 1, 2, 3, 4 y 5; sobre las interrelaciones de las dimensiones de la empatía en modelo del afecto a la cognición de la empatía, por lo que este modelo puede extenderse y aplicarse en el contexto latinoamericano para estudiar las interrelaciones de las dimensiones de empatía y sus asociaciones con otras variables, manteniendo una estructura relativamente estable (Israelashvili & Karniol, 2018).
Según los resultados, malestar aporta negativamente a la variabilidad de toma de perspectiva, pero positivamente sobre fantasía. Esto si bien es consistente con el estudio de Israelashvili y Karniol (2018), no está clarificado completamente en tal estudio. Por lo que en la presente investigación se plantea que es posible que el malestar incremente la fantasía como una forma de huida de la situación que produce el malestar, regulando las emociones propias; mientras que la preocupación empática impulsa la fantasía para facilitar la comprensión emocional de otras personas (Bukach et al., 2018; Israelashvili et al., 2020; Namba et al., 2021; Shiota & Nomura, 2022). Este planteamiento tiene implicancias teóricas, pues contribuye a desarrollar conceptualmente las relaciones encontradas en el modelo del afecto a la cognición de empatía.
Asimismo, se desprenden implicaciones prácticas del anterior planteamiento pues las intervenciones dirigidas a promover la empatía pueden desarrollar actividades orientadas, por un lado, a contrarrestar los efectos del malestar personal mediante la regulación emocional y, por otro lado, a incrementar la preocupación empática, priorizando este segundo factor por su mayor aporte estadístico a las dimensiones cognitivas de la empatía. Esto es coherente con estudios que reportan una contribución de la regulación emocional y la preocupación empática sobre los niveles de prejuicios (Bobba & Crocetti, 2022; Burns et al., 2016; Levin et al., 2016; Makwana et al., 2021).
La rigidez cognitiva desde un enfoque multidimensional
Con respecto a la rigidez cognitiva, los resultados están en consistencia con investigaciones previas en las que se encuentra que predice negativamente sobre la toma de perspectiva y positivamente sobre el malestar personal (Di Fabio & Kenny, 2021; Levin et al., 2016; Rottenbacher, 2012a; Song & Shi, 2017). Así, se cumplen las hipótesis 6 y 7. Particularmente, el hallazgo de la contribución de rigidez sobre el malestar aporta a la línea de investigación de rigidez que es escasa (Rottenbacher, 2012a). Además, este resultado indica que la rigidez no es un concepto puramente cognitivo, pues también influye en reacciones afectivas como el malestar personal. Así, es posible que la incertidumbre emocional —dimensión afectiva de la rigidez cognitiva— tenga una mayor asociación con el malestar que otras dimensiones. De manera similar, toma de perspectiva podría tener una mayor correlación con dimensiones más cognitivas, como apertura a la experiencia (Jost et al., 2003; Rottenbacher, 2012a; Song & Shi, 2017).
Adicionalmente, la multidimensionalidad de la rigidez sugiere que también podría interactuar con otros factores afectivos de la empatía. Así, se ha encontrado que expresiones de rigidez contribuyen a la autorregulación emocional (Alghamdi et al., 2017; Kumar & Tankha, 2023), que a su vez impacta sobre la empatía (Makwana et al., 2021; Zirenko & Krasavtseva, 2021). Por lo que otra implicancia teórica es que la rigidez puede ser considerada en un modelo teórico de los predictores de la empatía desde el modelo del afecto a la cognición.
Por otro lado, el aporte de rigidez cognitiva en la variabilidad de la empatía tiene implicancias prácticas pues intervenciones diseñadas a incrementar la empatía y reducir los prejuicios podrían incluir técnicas para disminuir la rigidez (Hillen et al., 2017), pues se ha encontrado que tiene influencia directa sobre los prejuicios (Sassenberg et al., 2022; Sekerdej et al., 2018).
Contribución directa e indirecta del tiempo de práctica de improvisación teatral sobre empatía
Si bien las personas que practican improvisación teatral pueden caracterizarse por presentar menor rigidez cognitiva antes de practicarla, los resultados del estudio y los experimentos de Felsman et al. (2020; 2023) indican que el tiempo de práctica de improvisación teatral contribuye negativamente sobre la rigidez cognitiva, disminuyendo sus niveles. Por lo que se corrobora la Hipótesis 8. Asimismo, en consistencia con las diferencias reportadas entre personas en general y aquellas que practican teatro y juegos de roles (Rivers et al., 2016; Schmidt et al., 2021), los meses de práctica de improvisación predicen directa y positivamente la fantasía; es decir, la identificación con personajes ficticios al interactuar con ellos mediante historias improvisadas y ficticias (Argentino, 2013). Así, la Hipótesis 11 es confirmada. Estos hallazgos sugieren que el tiempo de práctica de improvisación aporta significativamente en variables individuales cognitivas.
Al contrario de lo esperado en la Hipótesis 9, el tiempo de práctica de improvisación no tiene una relación predictiva con el malestar personal, por lo que se puede atribuir a la mayor influencia de esta práctica sobre las reacciones cognitivas en comparación con las afectivas. Si bien los experimentos de Felsman et al. (2020; 2023) reportan que la práctica de improvisación reduce la tolerancia a la incertidumbre —expresión de rigidez cognitiva—, es posible que un análisis más detallado de las dimensiones cognitiva, emocional y conductual de la rigidez confirme tal conjetura. Además, si bien la rigidez tiene una relación predictiva con el malestar con un tamaño de efecto grande (.58), el malestar personal también recibe aporte estadístico de otras variables no contempladas en el estudio, sobre las cuales la práctica de improvisación posiblemente no tenga ninguna contribución, inclusive si la práctica es realizada durante meses.
Asimismo, los resultados rechazan la Hipótesis 10, el tiempo de práctica de improvisación no es un predictor de la toma de perspectiva, lo cual es incongruente con los estudios cualitativos que reportan percepciones de que la práctica de improvisación desarrolla la toma de perspectiva (Bachani, 2020; Stewart, 2016). Esto puede atribuirse a la insuficiencia de la práctica de improvisación para entrenar una reacción compleja y multicausal como la toma de perspectiva. Aunque la práctica de improvisación teatral aporta en la variabilidad de rigidez (Felsman et al., 2020; Felsman et al., 2023) y consecuentemente contribuye a una mayor apertura a los pensamientos y sentimientos de los demás en situaciones complejas, se requieren habilidades, como el reconocimiento, clarificación, regulación y comprensión de emociones, además de compasión, para lograr una toma de perspectiva (Davis, 1980, 1983; Israelashvili et al., 2020; Makwana et al., 2021; Shiota & Nomura, 2022). Aunque el entrenamiento la improvisación teatral puede abordar la gestión de emociones, el abordaje tiende a ser reducido, intuitivo y efímero debido a que el objetivo de la improvisación teatral es crear historias improvisadas sin necesariamente profundizar en las historias, sus personajes ficticios o las emociones (Argentino, 2013; Baldeon, 2020).
De todas formas, la contribución indirecta de la práctica de improvisación sobre la empatía mediante la rigidez cognitiva tiene implicancias prácticas pues los ejercicios que son usados para entrenar la improvisación pueden ser usados y orientarse a desarrollar la empatía, complementándose con entrenamientos de otras habilidades relevantes, como la gestión de emociones. Además, tales ejercicios pueden combinarse con técnicas como la exposición a ejemplares contra estereotípicos, una de las intervenciones más efectivas para reducir los prejuicios según una revisión de 30 estudios (FitzGerald et al., 2019). Así, por ejemplo, ejercicios de improvisación podrían requerir interpretar o interactuar con personajes contra-estereotípicos, lo cual sería asumido por los practicantes que estarían en un contexto lúdico y de aceptación (Argentino, 2013; Felsman et al., 2023).
Conclusiones, limitaciones y recomendaciones
El estudio concluye que el tiempo de práctica de improvisación contribuye directamente en la variabilidad de la fantasía e indirectamente en la toma de perspectiva y el malestar personal, mediado por la rigidez cognitiva. Además, se concluye que el modelo del afecto a la cognición de la empatía es aplicable al contexto latinoamericano, y las relaciones de los factores afectivos y fantasía pueden estar asociadas a la gestión de emociones. Adicionalmente, se precisa que la práctica de improvisación teatral puede ser una herramienta que incremente la efectividad de intervenciones orientadas a incrementar la empatía si es complementada con estrategias para gestionar las emociones y la incertidumbre.
Este estudio tuvo algunas limitaciones. En relación con aspectos metodológicos, no empleó un diseño experimental, por lo que no se podrían establecer relaciones causales entre la práctica de improvisación, rigidez y empatía, además de que no se controló la posible influencia de otras variables relevantes como el sexo o la edad (Hernández et al., 2010; Israelashvili & Karniol, 2018). Asimismo, tampoco se analizó a detalle la influencia del tiempo de práctica de improvisación sobre las dimensiones de la rigidez cognitiva. En cuanto a aspectos teóricos, el estudio no incluyó variables que midan aspectos más afectivos y que pueden impactar en la empatía.
Así, investigaciones futuras pueden utilizar metodologías experimentales. Al respecto, se recomienda analizar el efecto específico de la práctica de improvisación sobre las dimensiones cognitivas, emocionales y conductuales de la rigidez para una mayor comprensión de su alcance. Asimismo, se sugiere comparar los niveles de empatía y rigidez de un grupo que practique improvisación, y otro que también lo practique, pero reciba un entrenamiento en autorregulación emocional y exposición a personajes anti estereotípicos. En estos estudios se podría utilizar también el cuestionario TECA (López-Pérez et al., 2008), ya que separa la adopción de perspectivas de la comprensión emocional, planteándola como dimensiones diferentes, lo cual permitiría un análisis más específico del aporte de la práctica de improvisación a la empatía. Además, próximos estudios podrían emplear muestreos probabilísticos para generalizar resultados y evaluar el desarrollo de políticas públicas asociadas. En esa línea, se recomienda también medir los niveles de las variables estudiadas antes y después de intervenciones.
Adicionalmente, estudios longitudinales pueden indagar si los niveles de rigidez se incrementan luego de dejar de practicar la improvisación teatral. Asimismo, estudios comparativos podrían establecer diferencias en los niveles de las variables estudiadas entre un grupo que practiquen improvisación y otros grupos que practiquen otras técnicas de teatro. En relación con aspectos teóricos, se recomienda continuar la línea de investigación asociada al modelo del afecto a la cognición de empatía. Al respecto, se sugiere investigarlo con otras variables predictoras como la regulación emocional o la tolerancia a la incertidumbre. Además, se recomienda evaluar su impacto sobre prejuicios específicos o discriminación.
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Disponibilidad de datos: El conjunto de datos que apoya los resultados de este estudio se encuentra disponible en el repositorio OSF: https://osf.io/u2rzk/
Conflicto de interés: Los autores declaran no tener ningún conflicto de interés.
Financiamiento: Realizado con la ayuda económica del Programa de apoyo al desarrollo de tesis de licenciatura (PADET), de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Cómo citar: Baldeon, G., & Espinosa, A. (2025). Rigidez cognitiva y tiempo de práctica de improvisación teatral como predictores de las dimensiones de la empatía. Ciencias Psicológicas, 19(1), e-4074. https://doi.org/10.22235/cp.v19i1.4074
Contribución de los autores (Taxonomía CRediT): 1. Conceptualización; 2. Curación de datos; 3. Análisis formal; 4. Adquisición de fondos; 5. Investigación; 6. Metodología; 7. Administración de proyecto; 8. Recursos; 9. Software; 10. Supervisión; 11. Validación; 12. Visualización; 13. Redacción: borrador original; 14. Redacción: revisión y edición.
G. B. ha contribuido en 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 12, 13; A. P. en 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 12, 13.
Editora científica responsable: Dra. Cecilia Cracco.
10.22235/cp.v19i1.4074
Original Articles
Cognitive rigidity and theatrical improvisation practice time as predictors of empathy dimensions
Rigidez cognitiva y tiempo de práctica de improvisación teatral como predictores de las dimensiones de la empatía
Rigidez cognitiva e tempo de prática de improvisação teatral como preditores das dimensões de empatia
Gianfranco Baldeon1, ORCID 0000-0002-4236-7666
Agustín Espinosa2, ORCID 0000-0002-2275-5792
1 Pontificia Universidad Católica del Perú, Peru, [email protected]
2 Pontificia Universidad Católica del Perú, Peru
Abstract:
A possible relationship between theatrical improvisation practice and empathy has been suggested from some qualitative studies. The aim of this study was to analyze the statistical contribution of theatrical improvisation practice time and cognitive rigidity on empathy using the Affect-Cognition model within a statistical framework. The participants were 204 young and adult residents of Lima, of which 51 % practiced theatrical improvisation and 49 % were women. Non-probabilistic sampling and path analysis were used. The results indicate that the variables investigated can be integrated in a statistical model with a good fit, where the practice of improvisation contributes directly to Fantasy and indirectly to Perspective Taking, mediated by Rigidity. The results provide evidence in favor of the application of the Affect-Cognition model in the Latin American context and are compared with qualitative studies of improvisation and empathy. Practical implications on the role of theatrical improvisation and theoretical implications on the prediction of empathy are analyzed.
Keywords: theatrical improvisation; cognitive rigidity; empathy; affect-cognition model.
Resumen:
Se ha sugerido una posible relación entre práctica de improvisación teatral y empatía a partir de algunos estudios cualitativos. El objetivo de este trabajo fue analizar la contribución estadística del tiempo de práctica de improvisación teatral y rigidez cognitiva sobre la empatía, desde el modelo del afecto a la cognición de la empatía en un modelo estadístico. Los participantes fueron 204 jóvenes y adultos residentes de Lima, de los cuales el 51 % practicaba la improvisación teatral y el 49 % eran mujeres. Se usó un muestreo no probabilístico y un análisis de senderos. Los resultados indican que las variables investigadas pueden integrarse en un modelo estadístico y de buen ajuste, donde la práctica de improvisación contribuye directamente en las dimensiones de fantasía e indirectamente en toma de perspectiva, mediado por la rigidez. Los resultados aportan evidencia a favor de la aplicación del modelo del afecto a la cognición en el contexto latinoamericano y son comparados con los estudios cualitativos de improvisación y empatía. Las implicancias prácticas sobre el rol de la improvisación teatral y las implicancias teóricas sobre la predicción de las dimensiones de la empatía son analizadas.
Palabras clave: improvisación teatral; rigidez cognitiva; empatía; modelo del afecto a la cognición.
Resumo:
Uma possível relação entre a prática de improvisação teatral e a empatia foi sugerida a partir de alguns estudos qualitativos. O objetivo deste estudo foi analisar a contribuição estatística do tempo de prática de improvisação teatral e da rigidez cognitiva sobre a empatia, a partir do modelo do afeto à cognição da empatia, em um modelo estatístico. Os participantes foram 204 jovens e adultos residentes em Lima, dos quais 51 % praticavam a improvisação teatral e 49 % eram mulheres. Foram utilizadas uma amostragem não probabilística e uma análise de caminhos. Os resultados indicam que as variáveis investigadas podem ser integradas em um modelo estatístico com um bom ajuste, no qual a prática da improvisação contribui diretamente para as dimensões de fantasia e indiretamente para a tomada de perspectiva, mediada pela rigidez. Os resultados fornecem evidências a favor da aplicação do modelo do afeto à cognição no contexto latino-americano e são comparados com estudos qualitativos de improvisação e empatia. São analisadas as implicações práticas sobre o papel da improvisação teatral e as implicações teóricas sobre a predição das dimensões da empatia.
Palavras-chave: improvisação teatral; rigidez cognitiva; empatia; modelo do afeto à cognição.
Received: 20/05/2024
Accepted: 22/04/2025
Introduction
Empathy from Davis’s Multidimensional Model
According to Fernández-Pinto et al. (2008), two main approaches have been identified in the history of empathy research: the cognitive versus affective perspective, and the integrative approach viewing empathy as both cognition and emotion. The first approach is characterized by various conceptualizations that emphasize either the cognitive or the affective dimension of empathy; in contrast, the second approach encompasses conceptualizations that integrate both dimensions. From this integrative standpoint, Davis (1980) proposed that empathy consists of a set of cognitive and emotional reactions in an observer who perceives another’s experiences. He further described empathy as a complex, multidimensional construct comprising four components: perspective‑taking, defined as the tendency to adopt others’ viewpoints; fantasy, reflecting the inclination to identify with fictional characters in books, films, or theatrical works; empathic concern, which involves feeling compassion, care, and warmth in response to others’ negative experiences; and personal distress, referring to the propensity to feel discomfort or anxiety at others’ suffering. The first two components are considered cognitive, while the latter two belong to the affective domain. Although subsequent integrative conceptualizations share Davis’s vision, they sometimes include additional dimensions or frame empathy as a dynamic process. For example, Decety and Jackson (2004) incorporate mental flexibility and emotion regulation into their model.
To measure these four facets, Davis (1983) developed the Interpersonal Reactivity Index (IRI), which has become one of the most widely used scales in empathy research (Fernández-Pinto et al., 2008; Israelashvili & Karniol, 2018). One methodological trend has been to compute an overall empathy score by averaging two or more IRI subscales. For instance, some studies examining prejudice and empathy have averaged all four components—perspective‑taking, empathic concern, fantasy, and personal distress—to yield a single empathy measure (Álvarez-Castillo et al., 2018; Bäckström & Björklund, 2007), whereas others have averaged only the cognitive subscales (Díaz-Lázaro et al., 2014; Díaz-Lázaro & Toro-Alfonso, 2013; McFarland, 2010; Nicol & Rounding, 2013). However, this approach poses three main problems: first, by combining cognitive and affective components, it obscures the independent contributions of each dimension to other variables; second, by selectively omitting fantasy and/or personal distress from certain composites, it nullifies the specific relevance of those factors; and third, by collapsing all subscales into one score, it prevents any analysis of the interrelations among the distinct components of empathy (Israelashvili & Karniol, 2018).
Empathy from the Affect‑to‑Cognition Model
Israelashvili and Karniol (2018) noted that it remains unclear whether affective factors precede cognitive ones in empathy, as empirical findings have been inconsistent. To address this, they tested two statistical models based on Davis (1980) multidimensional framework. Their results provided stronger support for a model in which affective components influence cognitive ones, leading them to propose the Affect‑to‑Cognition Model of Empathy. In this model, empathic concern and personal distress independently predict perspective‑taking and fantasy. They argue that empathic concern and personal distress arise when one perceives another’s difficulty: concern fosters perspective‑taking, whereas distress inhibits it (Israelashvili & Karniol, 2018).
A key theoretical contribution of the Affect‑to‑Cognition Model is that it establishes both conceptual and empirical links among the empathy components, thereby enhancing the precision of related research and interventions. Methodologically, the model restores the complete and independent use of all four IRI subscales, preserving empathy’s multidimensional conceptualization instead of collapsing them into a single aggregate score.
However, despite using multiple samples, the Affect‑to‑Cognition Model has only been empirically tested by Israelashvili and Karniol (2018). Nonetheless, the model aligns with neuroscientific research showing that affective components of empathy develop earlier than cognitive ones and constitute the initial subjective experience of empathy (Decety & Holvoet, 2021; Lamm et al., 2007). Another limitation is that the predictive relationship between affective components and fantasy remains conceptually ambiguous. Although not consistently supported across Israelashvili and Karniol’s three samples, this link merits further theorizing to bolster the model’s coherence.
It is possible that personal distress triggers the activation of fantasy as a means of regulating stress or anxiety in response to another’s difficult situation (Shiota & Nomura, 2022). This interpretation is consistent with research showing that imagination or fantasy can be employed as a coping mechanism under conditions of stress or uncertainty (Rubinstein et al., 2021; Rubinstein et al., 2023).
Likewise, empathic concern may enhance fantasy or identification with others to better understand their emotions and thus reduce one’s own discomfort. This is consistent with research linking fantasy to emotion recognition (Bukach et al., 2018; Namba et al., 2021) and correlating empathic concern with emotional recognition (Israelashvili et al., 2020).
Thus, although both personal distress and empathic concern may positively predict fantasy, the underlying motivations differ—emotion regulation versus emotional comprehension—with empathic concern typically exerting a stronger effect (β = .38 to .50) than personal distress (β = .15 to .22) (Israelashvili & Karniol, 2018). Personal distress may exert a weaker influence on fantasy because individuals can also mitigate distress by avoiding the stressor (Israelashvili & Karniol, 2018). Additionally, personal distress and empathic concern often correlate positively, as both arise from emotional reactions to similar situations (Davis, 1983; Israelashvili & Karniol, 2018; Israelashvili et al., 2020).
Cognitive Rigidity: A Direct Predictor of Empathy
In order to develop interventions to promote empathy, some studies have identified its predictors (Guilera et al., 2019; Song & Shi, 2017). However, few research studies have examined predictors of empathy considering the affect-to-cognition model of empathy due to its relative novelty (Israelashvili & Karniol, 2018; Israelashvili et al., 2020). While personality research has pinpointed predictors for each empathy facet, these predictors have not been integrated into a unified statistical framework. Openness to experience is particularly relevant, as it influences all empathy facets—especially perspective‑taking and personal distress—showing greater stability and effect size in this regard (Guilera et al., 2019; Melchers et al., 2016; Song & Shi, 2017).
Cognitive rigidity, which integrates openness to experience and other individual differences, is defined as a cognitive style and capacity marked by a heightened need to resolve uncertainty, complexity, and ambiguity, and a preference for certainty, structure, order, and closure; with openness to experience being a negative expression of rigidity (Jost et al., 2009; Jost et al., 2003; Rottenbacher, 2012a). Cognitive rigidity may negatively impact perspective taking by reducing or inhibiting openness to others’ thoughts and emotions in complex or uncertain contexts, thereby undermining cognitive needs for certainty and order. This view is corroborated by evidence that openness to experience predicts perspective taking (Di Fabio & Kenny, 2021; Levin et al., 2016; Song & Shi, 2017) and aligns with Decety and Jackson (2004), theory that empathic understanding requires mental flexibility.
Cognitive rigidity’s contribution to personal distress may be explained by viewing personal distress as a manifestation of rigidity in interpersonal contexts. The distress that arises in response to others’ crises likely reflects the perception of those situations as uncertain and unpredictable stimuli -that rigid individuals seek to avoid or minimize (Davis, 1980; Rottenbacher, 2012a). This interpretation is consistent with prior evidence showing that openness to experience -a low cognitive rigidity indicator- negatively predicts personal distress (Song & Shi, 2017).
Theatrical Improvisation Practice: Direct and Indirect Predictor of Empathy
Certain interventions impact not only cognitive rigidity but also empathy facets. Meta‑analytic reviews indicate that mindfulness and theater training enhance empathy (Hu et al., 2022; Lewandowska & Węziak-Białowolska, 2022). Theater practice is especially pertinent, as it affects both cognitive and affective empathy facets as well as related social and communication skills (Schmidt et al., 2021). Theatrical Improvisation, in particular, is defined as a theater technique—practiced individually or in groups—entailing the spontaneous creation of scenarios, narratives, or performances based on ongoing agreements among improvisers, collaborators, and/or audience (Argentino, 2013).
Regarding the influence of improvisation practice on cognitive rigidity, in two experiments with samples of university students it was found that this practice decreased the levels of two expressions of cognitive rigidity, which is explained by the comfortable encounters with uncertainty or ambiguity, in addition to the demand for cognitive flexibility that continuous improvisation practice implies (Baldeon & Espinosa, 2024; Felsman et al., 2020; Felsman et al., 2023; Hainselin et al., 2018; Lewis, 2012; Lewis & Lovatt, 2013). If personal distress reflects rigidity, improvisation should likewise reduce distress. Indeed, quantitative studies report that improvisation lowers anxiety levels (Felsman et al., 2019; Felsman et al., 2023). Complementarily, from a qualitative approach, perceptions that improvisation reduces stress and even personal distress have been reported (Stewart, 2016; Zelenski et al., 2020).
Regarding the contribution of improvisation practice on perspective taking, although there is no quantitative evidence of this correlation or prediction, from a qualitative approach, there have been reports of perceptions of perspective taking learning and higher levels of empathy in Peruvian adolescents (Bachani, 2020) and U.S. undergraduates (Stewart, 2016) who practiced improvisational theatre, which is explained by perceptions of greater listening, consideration and understanding of other people after practicing improvisation. Furthermore, two core improvisation principles—active listening and unconditional acceptance—are proposed to foster perspective‑taking skills by promoting emotion recognition and acceptance (Cai et al., 2019; Davis, 1980; Shivarajan & Andrews, 2021).
Finally, although no studies have directly examined improvisation’s effect on the fantasy subscale, it is possible that regular identification with fictional characters enhances fantasy levels. This hypothesis is supported by findings of significant fantasy differences between general populations and those practicing role‑play techniques (Rivers et al., 2016; Schmidt et al., 2021). Notably, existing improvisation research has focused on practice effects rather than cumulative practice, underscoring the need to examine practice time.
The importance of researching empathy and its associated factors
Historically, conflicts have persisted worldwide. As of February 2024, over 240,000 deaths have been attributed to armed conflicts in Gaza and Ukraine (Khatib et al., 2024; The Lancet, 2023). Promoting a culture of peace to prevent violent conflict and resolve disputes through dialogue is therefore imperative (United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization, 2002). Empathy plays a crucial role in both personal and social transformation toward peace (de Rivera et al., 2011). However, global challenges—such as the COVID‑19 pandemic and financial crises—have heightened anxiety and stress, potentially diminishing empathy (Arceneaux, 2017; Nair et al., 2024; Nitschke & Bartz, 2023). Investigating strategies to counteract these effects and foster empathy -and, by extension, peace- is thus paramount.
In Peru, discrimination remains a persistent conflict. National surveys report that one in three Peruvians has experienced discrimination, 53 % perceive their compatriots as racist, and 63 % of LGBTI individuals report discrimination (Instituto Nacional de Estadística e Informática (2017, 2019; Ministerio de Cultura, 2018). Prejudice is a key explanatory factor (Agadullina et al., 2022; Pauwels & Williamson, 2022).
McFarland (2010) identified empathy as one of the three major predictors of generalized prejudice, although subsequent findings have been mixed (Álvarez-Castillo et al., 2018; Bäckström & Björklund, 2007; Díaz-Lázaro & Toro-Alfonso, 2013; Nicol & Rounding, 2013). Interventions aimed at promoting empathy have also been reported to reduce prejudice (Matera et al., 2021; Miklikowska, 2018; Olivier et al., 2019; Suarez et al., 2024; Vezzali et al., 2015) , but prejudice is also shaped by political conservatism, socioeconomic context, historical factors and other variables (Esponisa et al., 2007; Jost et al., 2003; Sidanius et al., 2004). Given empathy’s role in prejudice reduction, further research into enhancing empathy is warranted.
Beyond conflict prevention, empathy contributes to health promotion. It directly predicts mental health in young samples (Chung et al., 2021; Li et al., 2024; Niu et al., 2023; Wang et al., 2023), and indirectly predicts subjective well‑being, positive relationships, and social adjustment through its influence on prosocial behavior (Chen, 2023; Fu et al., 2022; Pang et al., 2022). Thus, investigating empathy and its associated factors is crucial due to its individual and societal impact.
Objective of the study
The objective of this study was to analyze the statistical contribution of months of theatre improvisation practice and cognitive rigidity on empathy from the affect -to-cognition model of empathy using an integrated statistical model. The hypotheses stated are shown in Figure 1.
Figure 1: Hypothesised model

Method
Design
The present study employed a non‑experimental, cross‑sectional, correlational‑predictive design. Although two groups of participants were included, they were not randomly assigned as would be required in an experimental design. Instead, this approach allowed examination of the relationships outlined in the theoretical framework at a single point in time (Hernández et al., 2010).
Participants
Non-probabilistic convenience sampling was used. The sample consisted of 204 Peruvian young people and adults. The participants were selected according to their belonging to two groups: one group of practitioners of theatre improvisation in the last 6 months (Group does practice improvisation) and another group of non-practitioners (Group does not practice improvisation). Improvisers were recruited through instructors at ten improvisation schools, whereas non‑practitioners were contacted at universities and workplaces. The total sample size provided the minimum statistical power required for path analysis (Kline, 2011). Sociodemographic characteristics of the sample are presented in Table 1.
Table 1: Socio-demographic data of the simple

Measures
Sociodemographic Questionnaire. Information was collected on age, sex, professional career, theatre improvisation practice in the last 6 months and improvisation practice time over the life span.
Interpersonal Reactivity Index (IRI; Davis, 1983). Empathy was assessed using the Peruvian adaptation of IRI (Acasiete, 2015). The 28‑item scale uses a 5‑point response format (1 = Does not describe me well; 5 = Describes me very well). Adequate reliability coefficients were found for the dimensions studied: perspective taking α = .75, empathic concern α = .73, personal distress α = .73 and fantasy α = .70.
Integrated and reduced cognitive rigidity questionnaire. A survey was developed that integrated several items from instruments used in previous studies to assess cognitive rigidity in a more reduced form (Baldeon, 2020; Rottenbacher, 2012a, 2012b). It is composed of 20 items whose response option is a 6-point Likert scale (1= Strongly disagree and 6= Strongly agree). The overall score has a good level of reliability (α = .88).
Data collection procedure
Data were collected individually and in person between March and June 2019. Participants completed the printed questionnaires in approximately 15 minutes on average.
Half of the participants were contacted with the collaboration of teachers from 10 theatre improvisation schools and the other half were contacted at universities and workplaces in Lima. The ethical standards of the Pontifical Catholic University of Peru were followed, based on the Helsinki ethical guidelines for research involving human subjects. In addition, the ethical considerations of the Psychology Ethics Committee 2019 were followed and a declaration of commitment to the ethical principles of the Research Ethics Committee of the Pontificia Universidad Católica del Perú was signed. All participants received informed consent.
Data Analysis
The data were processed and analyzed with the statistical software R Studio and the Lavaan package (version 0.5-23.1097). Reliability, Pearson's correlation and path analyses were performed, using the Maximum Likelihood estimator because the variables studied showed a normal distribution (Kline, 2011; Li, 2016). Model fit was evaluated against the following criteria: χ²/df < 2; Bentler-Bonett Comparative Fit Index (CFI) > .95; Incremental Fit Index (IFI) > .95; Steiger-Lind Root Mean Square Error of Approximation (RMSEA) < .08 and Standardized root mean square residual (SRMR) < .08 (Kline, 2011).
Results
Table 2 shows the mean, standard deviation and normality test statistics for each of the variables studied.
Table 2: Normality tests of variables studied in total simple

*p > .05
Table 3 displays the intercorrelations among the study variables. To address the research objective, the correlation matrix was extracted and the hypothesized model (Figure 1) was tested using path analysis.
Table 3: Correlation matrix (N = 204)

*p < .05; **p < .01
Thus, the model obtained a good fit (χ²/df = 0, 473; CFI = 1.000; IFI = 1.010; RMSEA = .000 (IC90 % = .000 - .073); SRMR = .020 (Kline, 2011). Hypothesized relationships and estimated coefficients are displayed in Figure 2. Most hypotheses were supported, with the exception of H9 (months of improvisation practice → personal distress) and H10 (months of improvisation practice → perspective‑taking). Subsequently, an alternative model was tested excluding the unfulfilled hypotheses. The model had a good fit (χ²/df = 0, 416; CFI = 1.000; IFI = 1.017; RMSEA = .00 (IC90 % = .00 - .047); SRMR = .021) (Kline, 2011).
Figure 2: Hypothesized model analyzed

Discussion
The objective of this study was to analyses the statistical contribution of theatre improvisation practice and cognitive rigidity on empathy using the Affect-to-Cognition model using an integrated statistical model. The results indicate that the proposed theoretical model has good fit rates and demonstrates an indirect contribution of months of theatre improvisation practice on empathy mediated by cognitive rigidity. Furthermore, most of the hypotheses of the model have been fulfilled, with the exception of H9 and H10. The alternative model shows a slight improvement of the fit indices if we exclude the relationships of the unmet hypotheses.
Affect‑to‑Cognition Model of Empathy in the Latin American Context
First, hypotheses 1 through 5—concerning the interrelations among perspective‑taking, fantasy, empathic concern, and personal distress posited by the Affect‑to‑Cognition Model—were confirmed, indicating that this framework can be generalized to the Latin American context while preserving its core structure (Israelashvili & Karniol, 2018).
According to the results, personal distress contributes negatively to perspective taking variability, but positively to fantasy. While this is consistent with the study by Israelashvili and Karniol (2018), it is not fully clarified in that study. Therefore, the present research suggests that it is possible that personal distress increases fantasy as a form of escape from the situation that produces distress, regulating one's own emotions, while empathic concern drives fantasy to facilitate the emotional understanding of other people (Bukach et al., 2018; Israelashvili et al., 2020; Namba et al., 2021; Shiota & Nomura, 2022). This conceptual refinement advances the theoretical precision of the Affect‑to‑Cognition Model by delineating distinct functional roles for its affective predictors.
Second, these findings carry practical implications for empathy training. Interventions aiming to enhance empathy should incorporate activities that (a) mitigate the detrimental effects of personal distress through targeted emotion‑regulation strategies and (b) cultivate empathic concern, given its stronger statistical contribution to cognitive facets of empathy. This dual focus aligns with evidence linking emotion regulation and empathic concern to reduced prejudice (Bobba & Crocetti, 2022; Burns et al., 2016; Levin et al., 2016; Makwana et al., 2021).
Cognitive Rigidity from a Multidimensional Perspective
Third, hypotheses 6 and 7 concerning cognitive rigidity were supported: cognitive rigidity negatively predicted perspective taking and positively predicted personal distress, consistent with prior research (Di Fabio & Kenny, 2021; Levin et al., 2016; Rottenbacher, 2012a; Song & Shi, 2017). Particularly, the finding of the contribution of cognitive rigidity on personal distress contributes to the scarce line of research on cognitive rigidity (Rottenbacher, 2012a). Moreover, this result indicates that cognitive rigidity is not a purely cognitive concept as it also influences affective reactions such as personal distress. Thus, it is possible that emotional uncertainty, an affective dimension of cognitive rigidity, has a stronger association with personal distress than other dimensions; similarly, perspective taking may have a stronger correlation with more cognitive dimensions of cognitive rigidity, such as openness to experience (Jost et al., 2003; Rottenbacher, 2012a; Song & Shi, 2017).
Fourth, conceptualizing cognitive rigidity as a multidimensional construct suggests potential interactions with other affective predictors of empathy. Empirical evidence indicates that specific facets of cognitive rigidity influence emotional self‑regulation (Alghamdi et al., 2017; Kumar & Tankha, 2023), which in turn impact in empathy (Makwana et al., 2021; Zirenko & Krasavtseva, 2021). These findings support the inclusion of cognitive rigidity within broader Affect‑to‑Cognition models of empathy prediction.
Fifth, the contribution of cognitive rigidity in the variability of empathy has practical implications as interventions designed to increase empathy and reduce prejudice could include techniques to decrease cognitive rigidity (Hillen et al., 2017), as it has been found to have a direct influence on prejudice (Sassenberg et al., 2022; Sekerdej et al., 2018).
Direct and Indirect Contributions of Improvisation Practice
Sixth, although people who practice theater improvisation may be characterized by lower cognitive rigidity before practicing it, the results of the study and the experiments of Felsman et al. (2020; 2023) indicate that the time spent practicing theater improvisation contributes negatively to cognitive rigidity, decreasing its levels. Thus, hypothesis 8 is corroborated. Also, consistent with reported differences between people in general and those who practice theater and role-playing (Rivers et al., 2016; Schmidt et al., 2021), months of improvisation practice directly and positively predict fantasy; that is, identification with fictional characters by interacting with them through improvised and fictional stories (Argentino, 2013). Thus, hypothesis 11 is confirmed. These findings suggest that improvisation practice time contributes significantly in individual cognitive variables.
Seventh, contrary to what was expected in hypothesis 9, the time spent practicing improvisation has no predictive relationship with personal distress, which can be attributed to the greater influence of this practice on cognitive reactions compared to affective ones. Although the experiments of Felsman et al. (2020; 2023) report that improvisation practice reduces tolerance to uncertainty, an expression of cognitive rigidity, it is possible that a more detailed analysis of the cognitive, emotional, and behavioral dimensions of rigidity will confirm this conjecture. Furthermore, although cognitive rigidity has a predictive relationship with personal distress with a large effect size (.58), personal distress also receives statistical contribution from other variables not contemplated in the study, on which improvisation practice may not have any contribution, even if the practice is performed over a period of months.
Similarly, Hypothesis 10 was not supported: practice duration did not predict perspective‑taking, a result at odds with qualitative reports of enhanced perspective‑taking following improvisation training (Bachani, 2020; Stewart, 2016). This can be attributed to the insufficiency of improvisation practice to train a complex, multi-causal reaction such as perspective taking. Although theatrical improvisation practice contributes to the variability of cognitive rigidity (Felsman et al., 2020; Felsman et al., 2023) and consequently contributes to greater openness to the thoughts and feelings of others in complex situations, skills such as recognition, clarification, regulation and understanding of emotions, as well as compassion, are required for perspective taking. (Davis, 1980, 1983; Israelashvili et al., 2020; Makwana et al., 2021; Shiota & Nomura, 2022). Although theatre improvisation training can cover emotion management, the approach tends to be reduced, intuitive and ephemeral because the aim of theatre improvisation is to create improvised stories without necessarily delving into the stories, their fictional characters or emotions (Argentino, 2013; Baldeon, 2020).
Eighth, nevertheless, the indirect contribution of improvisation practice on empathy through cognitive rigidity has practical implications as exercises that are used to train improvisation can be used and targeted to develop empathy, complemented by training in other relevant skills such as emotion management. In addition, such exercises can be combined with techniques like exposure to counter-stereotypical exemplars, one of the most effective interventions for reducing prejudice according to a review of 30 studies (FitzGerald et al., 2019). For instance, requiring participants to embody or interact with counter‑stereotypical characters within a playful, accepting framework may bolster empathic responses while preserving the spontaneity that defines theatrical improvisation (Argentino, 2013; Felsman et al., 2023).
Conclusions, Limitations, and Future Directions
The study concludes that improvisation practice time contributes directly to fantasy variability and indirectly to perspective taking and personal distress, mediated by cognitive rigidity. Furthermore, it is concluded that the affect-to-cognition model of empathy is applicable to the Latin American context and the relationships of affective factors and fantasy may be associated with emotion management. Additionally, it is specified that the practice of theatrical improvisation can be a tool that increases the effectiveness of interventions aimed at increasing empathy, if it is complemented with strategies to manage emotions and uncertainty.
Limitations include the non‑experimental cross‑sectional design, which precludes causal inferences, and the absence of controls for demographic variables such as age and gender (Hernández et al., 2010; Israelashvili & Karniol, 2018). Additionally, the study did not differentiate among cognitive, emotional, and behavioral dimensions of cognitive rigidity nor include other potentially relevant affective predictors.
Experimental and longitudinal designs should be employed to clarify predictive pathways and to disaggregate the effects of improvisation practice on cognitive, emotional, and behavioral dimensions of cognitive rigidity. In particular, randomized controlled studies comparing an improvisation‑only condition with one that integrates structured emotion‑regulation components and counter‑stereotypical exposure would allow isolation of each intervention element’s specific contribution. Incorporating the Test de Empatía Cognitiva y Afectiva (TECA) (López-Pérez et al., 2008) would enable separate measurement of perspective adoption and emotional comprehension, thereby facilitating more specific analyses of how these components influence distinct empathy facets.
Moreover, the use of probabilistic sampling and pre‑ and post‑intervention assessments will enhance the external validity of findings and support evidence‑based policy recommendations. Longitudinal follow‑up studies are also needed to assess the durability of cognitive rigidity and empathy changes after discontinuation of improv practice. Comparative investigations that contrast improvisation with other theatrical techniques—such as scripted role‑play or classical acting exercises—would further elucidate which theatrical elements most effectively foster cognitive flexibility and empathic responding. Finally, theoretical extensions of the Affect‑to‑Cognition model should incorporate additional predictors, including uncertainty tolerance and emotion regulation, and examine their capacity to predict specific forms of prejudice or discriminatory behavior.
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Data availability: The dataset supporting the results of this study is available in the OSF repository: https://osf.io/u2rzk/
Conflict of interest: The authors declare that they have no conflicts of interest.
Funding: Completed with financial support from the Program to Support the Development of Undergraduate Theses (PADET) of the Pontificia Universidad Católica del Perú.
How to cite: Freiberg-Hoffmann, A., Motta, F. A., Tisocco, F., & Sánchez-Rosas, J. (2025). Psychometric properties analysis of the Motivational Self-Regulation Strategies Questionnaire. Ciencias Psicológicas, 19(1), e-4188. https://doi.org/10.22235/cp.v19i1.4188
Authors’ contribution (CRediT Taxonomy): 1. Conceptualization; 2. Data curation; 3. Formal Analysis; 4. Funding acquisition; 5. Investigation; 6. Methodology; 7. Project administration; 8. Resources; 9. Software; 10. Supervision; 11. Validation; 12. Visualization; 13. Writing: original draft; 14. Writing: review & editing.
G. B. has contributed in 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 12, 13; A. P. in 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 12, 13.
Scientific editor in-charge: Dr. Cecilia Cracco.