10.22235/cp.v18i1.3551

Artículos Originales

¿La deliberación mejora las competencias cívicas en adolescentes? Revisión sistemática de experimentos deliberativos

Does deliberation improve civic competences in adolescents? A systematic review of deliberative experiments

A deliberação melhora as competências cívicas em adolescentes? Uma revisão sistemática de experimentos deliberativos

 

Ana Laura Ottobre Aichino1, ORCID 0009-0004-3448-1217

María Julia Hermida2, ORCID 0000-0001-6835-7864

Daniela Alonso3, ORCID 0000-0003-2080-9571

Silvina Brussino4, ORCID 0000-0002-1087-644X

 

1 Universidad Nacional de Córdoba; Conicet, Argentina, anaotto23@hotmail.com

2 Universidad Nacional de Hurlingham; Conicet, Argentina

3 Universidad Nacional de Córdoba; Conicet, Argentina

4 Universidad Nacional de Córdoba; Conicet, Argentina

 

Resumen:

El proceso de deliberación fomenta la participación de la ciudadanía al incrementar las competencias cívicas, como el conocimiento y el interés político, la calidad argumentativa y deliberativa, los niveles de cercanía con lo político y la tolerancia al desacuerdo. Sin embargo, ¿es esto realmente así? ¿Cuáles son las competencias cívicas que efectivamente se modifican luego de la participación en un proceso deliberativo? Aunque se ha investigado ampliamente a personas adultas, hay pocos estudios en la adolescencia, etapa crucial para el desarrollo de competencias cívicas. Se realizó una revisión sistemática siguiendo el método PRISMA para examinar los efectos de la participación de adolescentes en la deliberación sobre sus competencias cívicas. Se encontraron 252 artículos, mas solo cinco corresponden a ensayos experimentales y por ello fueron incluidos en la presente revisión. Los resultados indicaron que hay evidencia de que la deliberación tiene efectos positivos sobre las competencias cívicas de las/os adolescentes. Aun así, los efectos reportados son más pequeños en los estudios con mayor tamaño muestral y en un estudio no se encontraron efectos. Entonces, si bien hay indicios de que la deliberación puede mejorar las competencias cívicas en adolescentes, esta mejora sería pequeña y solo algunos tipos de intervenciones la producirían.

Palabras clave: deliberación; competencias cívicas; adolescentes; psicología experimental.

                               

Abstract:

The deliberation process fosters citizen participation by enhancing civic competences such as political knowledge and interest, argumentative and deliberative quality, levels of political engagement, and tolerance for disagreement. However, is this indeed the case? Which civic competences are effectively modified after participating in a deliberative process? Despite extensive research on adults, there are few studies on adolescence, a pivotal stage for the development of civic competences. A systematic review was conducted following the PRISMA method to examine the effects of adolescent deliberation on their civic competences. A total of 252 articles were identified, but only five corresponding to experimental trials and were thus included in the present review. The results indicated that generally deliberation has positive effects on adolescents' civic competences. However, the reported effects are smaller in studies with larger sample sizes, and one study found no effects. Therefore, while there are indications that deliberation can enhance civic competences in adolescents, this enhancement would be modest, and only certain types of interventions would produce it.

Keywords: deliberation; civic competences; adolescents; experimental psychology.

 

Resumo:

O processo de deliberação promove a participação cidadã ao incrementar competências cívicas como o conhecimento e o interesse político, a qualidade argumentativa e deliberativa, os níveis de envolvimento político e a tolerância ao desacordo. No entanto, isso é realmente assim? Quais competências cívicas são efetivamente modificadas após a participação em um processo deliberativo? Embora se tenha investigado amplamente em adultos, há poucos estudos sobre a adolescência, uma fase crucial para o desenvolvimento de competências cívicas. No presente estudo, foi realizada uma revisão sistemática seguindo o método PRISMA para examinar os efeitos da participação de adolescentes na deliberação sobre suas competências cívicas. Foram identificados 252 artigos, mas apenas cinco correspondiam a ensaios experimentais e, portanto, foram incluídos na presente revisão. Os resultados indicaram que há evidências de que a deliberação tem efeitos positivos nas competências cívicas dos adolescentes. No entanto, os efeitos relatados são menores em estudos com amostras maiores, e um estudo não encontrou efeitos. Portanto, embora haja indícios de que a deliberação possa aprimorar as competências cívicas em adolescentes, esse aprimoramento seria modesto, e apenas determinados tipos de intervenções o produziriam.

Palavras-chave: deliberação; competências cívicas; adolescentes; psicologia experimental.

 

Recibido: 13/07/2023

Aceptado: 03/05/2024

 

 

La deliberación es una combinación de un análisis riguroso de una o varias problemáticas junto con un proceso igualitario en el que los participantes tienen oportunidades adecuadas para hablar e involucrarse en una escucha atenta o en un diálogo que una las formas divergentes de hablar y saber (Burkhalter, 2002). También, consiste en una serie de discusiones moderadas entre personas con opiniones suficientemente diferentes para resolver de manera colectiva un problema común claramente identificado (Miklikowska et al., 2022) o para tomar una decisión (Levine, 2018).

En el campo de la psicología política, la teoría deliberativa postula que las discusiones colectivas mejorarían la comprensión y la consideración positiva hacia las personas con diferentes visiones del mundo por diversas vías: despolarización política y afectiva (Fishkin et al., 2021), mayor nivel de conocimiento político, mejor capacidad para formar opiniones razonadas (Andersen & Hansen, 2007) y mayor interés político (Miklikowska et al., 2022). Más aún, Knobloch (2022) sostiene que, luego de participar en una deliberación, las personas desean tener oportunidades para la opinión pública que centren la formación y el reconocimiento de intereses, la equidad y el empoderamiento. Estos intercambios con diferentes personas favorecen la toma de perspectiva, el pensamiento complejo y el interés político, entre otras competencias necesarias para la vida en democracia (Dewey, 1916, 1980; Fearon, 1998; Habermas, 1996).

La deliberación también ha sido planteada como una forma de mejorar el proceso argumentativo. En el marco de la teoría argumentativa del razonamiento, la deliberación puede ser entendida como una forma de mejorar la calidad de un proceso argumentativo y arribar a mejores resultados (Mercier, 2016). Desde esta perspectiva, aun cuando el razonamiento se produce en soledad tiene siempre una función argumentativa. Sin embargo, existe una asimetría en la forma en que se evalúan los argumentos propios y los de otras personas: mientras la evaluación de la propia producción es más vaga y sesgada, la evaluación de argumentos de otros es más rigurosa y exige mayor objetividad. Esto es especialmente cierto cuando estos argumentos son contrarios a las propias creencias. Así, el razonamiento en grupos heterogéneos sería el más virtuoso, ya que si buscan persuadir a otros las personas deberán mejorar la calidad de sus argumentos en sucesivas rondas de argumentación. Por el contrario, cuando la deliberación se produce en grupos que comparten un punto de vista, los nuevos argumentos no generan un conflicto con las creencias previas, proveen nuevas razones para sostenerlas e incrementan la polarización (e.g., Nyhan & Reifler, 2015).

La participación en un espacio de deliberación donde se traten temáticas de relevancia cívico-políticas, en el cual las personas deban contraargumentar y tomar una decisión de manera colectiva, podría tener un impacto positivo en las competencias cívicas de las personas. Estas son entendidas como el conjunto de habilidades, conocimientos y valores que permiten a las personas participar de manera efectiva y responsable en la vida política y social de su comunidad, lo que implicaría ejercer la ciudadanía de manera informada, crítica y comprometida (Gallego, 2017).

En suma, la evidencia disponible permitiría pensar que la deliberación se asocia con un incremento en las competencias cívicas. Existen numerosos atributos relevantes para medir como competencias cívicas (Edwards, 2005; McIntosh, 2006; Niemi & Chapman, 1998): algunos se encuentran enmarcados en procesos de cognición política, tales como el conocimiento político, el interés o la atención política, la sofisticación política —constructo teórico que reúne al interés político con el conocimiento sobre política— (Muñiz et al., 2018), la eficacia política interna (Brussino et al., 2006), la tolerancia al desacuerdo (Teven et al., 1998) o la tolerancia política. En contraste, otras competencias cívicas se relacionan más con la acción política: la participación política, ya sea fáctica o la intención de participar colectivamente en el futuro (Imhoff & Brussino, 2017), el voluntariado, el activismo convencional y no convencional (McDevitt & Kiousis, 2006), entre otras.

La adquisición de estas competencias está estrechamente enlazada al proceso de socialización política, considerado parte del proceso general de socialización (Imhoff & Brussino, 2017). Por lo tanto, mientras una persona se integra en una cultura determinada, simultáneamente estaría desarrollando habilidades y actitudes políticas inherentes a dicha cultura (Oller Sala, 2008). Imhoff y Brussino (2017) señalan que la socialización política supone un proceso de múltiples influencias e intersecciones entre diferentes agentes y agencias que fomentan la innovación y la transformación social. Más aún, la socialización horizontal también desempeña un papel importante en este proceso (Amna, 2012), los aprendizajes políticos entre pares implican que la socialización política se desarrolle en un contexto de relaciones de poder más simétricas que aquellas que se establecen con personas adultas (Flanagan, 2003; Pfaff, 2009).

Cabe destacar que, dentro del proceso de desarrollo de estas competencias cívicas de una persona, la adolescencia se presenta como un momento bisagra (Flanagan & Faison, 2001; Kahne & Sporte, 2008), ya que la juventud es especialmente receptiva a los valores y principios democráticos (Oosterwaal & Op't Eynde, 2017). Además, la participación cívica en la adolescencia también podría tener un efecto positivo en la vida adulta, ya que aquellos que se involucran en actividades cívicas en su juventud tienen más probabilidades de mantener ese compromiso a lo largo de su vida (Metzger et al., 2013).

Pese a su importancia, falta de producción científica en el estudio de la socialización política horizontal, es decir, en el grupo de pares como agente de socialización política, debido a una visión adultocéntrica de dicho proceso (Pfaff, 2009). Por esa razón, es importante abordar el estudio de las competencias cívicas de manera temprana en la vida de las personas, siendo la infancia la etapa vital en la cual comienzan a conformarse. Además, varios estudios (e. g.,  Malaguzzi, 2001; Marina, 2011; Medina & Pérez, 2017; Muñoz, 2010) se refieren a esta etapa como un momento excelente para la socialización y el desarrollo de capacidades en las personas más jóvenes de la sociedad.

La idea sobre el componente transformador de las competencias cívicas ha sido abordada en algunos estudios previos, mayormente conducidos en población adulta (e.g., Abelson, et al., 2002; Chung et al., 2021; Gastil, 2018; Min, 2014; Mühlberger, 2018; Muradova, 2020; Sanjuan & Mantas, 2022), pero el estudio de esta hipótesis en la juventud ha sido proporcionalmente menos desarrollado. Por esa razón, en este trabajo se revisa de forma sistemática la literatura previa sobre el tema en adolescentes, se describen los estudios encontrados y se sintetizan para poder concluir si la participación en procesos de deliberación mejora diferentes competencias cívicas en adolescentes.

 

 

Método

 

 

Para llevar adelante esta revisión sistemática (Broome et al., 2006) se siguieron las directrices de la declaración PRISMA (Page et al., 2021), la cual representa una guía de presentación de informes diseñada para abordar los problemas en la publicación de revisiones sistemáticas (Moher et al., 2007). Se seleccionaron publicaciones de resultados de estudios experimentales o cuasi-experimentales que evaluaran el efecto de la participación en un proceso deliberativo sobre diferentes competencias cívicas de adolescentes. La búsqueda se realizó entre los meses de julio y noviembre del año 2022. De acuerdo con los objetivos de este trabajo, los criterios de inclusión fueron:

-Que los participantes de las investigaciones publicadas fueran adolescentes (10 a 19 años). Aunque no hay un acuerdo generalizado y exacto sobre qué edades entrarían en la categoría de “adolescencia”, según la definición tradicional de la Organización Mundial de la Salud, este período se extiende desde los 10 hasta los 19 años, y se divide en dos fases: la adolescencia temprana, que abarca desde los 10 hasta los 14 años, y la adolescencia tardía, que va desde los 15 hasta los 19 años (Hernández, 1996).

-Que el tipo de estudio sea un experimento o un cuasi-experimento.

-Que la intervención cuyo impacto se quiere evaluar implique la participación en un proceso de deliberación presencial, con o sin decisión final.

-Que los efectos de la intervención sean comparados con un grupo control o cuasi-control, pasivo (un grupo que no delibera o un grupo “en lista de espera”) o activo (un grupo que tiene otra actividad).

-Que se mida el impacto en las competencias cívicas, entendidas en sentido amplio —cualquier tipo de habilidad considerada competencia cívica por los autores del estudio—.

-Que el artículo haya sido publicado en los últimos 20 años. La escasa cantidad de producciones científicas en el área de estudio, que además se ajustaran a los criterios de selección, obligó a contemplar un período de publicación tan extenso.

Los términos de búsqueda fueron seleccionados a partir de una vasta lectura y análisis bibliográfico de producciones científicas en el área de la deliberación como proceso que incide en las competencias cívicas de las personas.

Los idiomas en los que se realizó la búsqueda fueron español e inglés y los términos de búsqueda utilizados fueron los siguientes: (ESP) deliberación; experimento; adolescentes; competencias cívicas / (ING) deliberation; experiment; adolescents; civic competences. Asimismo, los buscadores en los que se realizó la búsqueda fueron: Social Sciences Citation Index, Scholar Google, JSTOR, Scopus, Scielo y Scispace. Encontramos que estos buscadores eran los más idóneos para explorar el estado de la producción científica dentro del campo de la psicología política y ciencias sociales afines. La Figura 1 sintetiza los artículos encontrados y la selección de estos a partir de los criterios de inclusión.

 

Figura 1: Selección de trabajos a través de las diferentes fases de la revisión sistemática

 

 

 

Tabla 1: Análisis de los estudios incluidos en la revisión sistemática y sus resultados

 

 

 

 

 

* Los autores no reportan datos de duración o frecuencia de las sesiones.

 

 

Resultados

 

 

Se encontró un bajo número de trabajos que se ajustara a los criterios de inclusión. La mayor cantidad de artículos excluidos está dada por aquellos que no son estudios experimentales o cuasi-experimentales e investigaciones que no incluyeron a adolescentes como población de estudio. De modo general, los resultados del análisis de la presente revisión (Tabla 1) proveen evidencia de que la deliberación mejora las competencias cívicas en adolescentes. Sin embargo, los tamaños del efecto de estas intervenciones tienden a ser bajos e incluso existe un estudio en el cual se encontraron efectos nulos y otro artículo que no reporta el tamaño del efecto a pesar de obtener evidencia a favor de que la deliberación mejora las competencias cívicas observadas. En consecuencia, si bien la deliberación parece tener un efecto positivo, no cualquier tipo de intervención lo produciría.

 

 

Variables dependientes

 

 

Los autores de los estudios incluidos en esta revisión analizaron las siguientes variables como competencias cívicas: autoeficacia deliberativa, autoeficacia comunicativa y control emocional como escalas de autoeficacia individual (Carlson et al., 2012); uso de los medios, cognición política, discusión política, hábitos deliberativos, identidad cívica y participación como variables de involucramiento cívico (McDevitt & Kiousis, 2006); conocimiento político general (Sampaio & Siqueira, 2013); disposición y habilidad para el pensamiento crítico (Yang & Chung, 2009); e interés político, conocimiento político, valores democráticos y discusión política (Persson et al., 2019).

El conocimiento político fue la única variable dependiente en común entre la mayoría de los estudios analizados. Sin embargo, su medición es aplicada de diferentes formas: tanto McDevitt y Kiousis (2006) como Persson et al. (2019) centraron su medición de conocimiento político en preguntas sobre el sistema político, cotejando cuestiones tales como el sistema electoral y figuras políticas relevantes a nivel local. McDevitt y Kiousis (2006) incorporan esta medida junto a la integración de la información política y la conciencia de la problemática (issue salience en el original) para enmarcarla dentro de su medición general de cognición política. Persson et al. (2019), en cambio, denominan su medición como conocimiento político fáctico e involucran preguntas sobre política formal local e internacional (Unión Europea). Por último, Sampaio y Siqueira (2013) construyeron una medición más compleja de conocimiento político involucrando índices parciales acerca del conocimiento sobre democracia, sobre instituciones del Poder Legislativo y sobre el espectro ideológico partidario. Estas diferencias en el modo de abordar la variable dependiente podrían explicar las diferencias entre los resultados diferenciales del impacto positivo de la participación en un proceso deliberativo.

Además de esto, los instrumentos empleados para evaluar el conocimiento político suelen dejar de lado aspectos de la actividad política no convencional o informal, que abarcan esferas más allá de lo meramente institucional y formal. Estas áreas podrían tener una influencia significativa en la socialización política durante la adolescencia (Bruno & Barreiro, 2021), por lo que resultaría pertinente examinar el papel del conocimiento político mediante mediciones más contextualizadas y orientadas al grupo etario, tales como interrogantes sobre la comprensión de la política estudiantil, así como cuestiones relacionadas con género, medio ambiente y otros aspectos.

Curiosamente, en el estudio de Sampaio y Siqueira (2013), el conocimiento político aumentó solo en adolescentes que habían reportado mayor interés político antes de la deliberación. Incluso en el estudio con efectos nulos de Persson et al. (2019), el conocimiento político aumentó a un promedio de 0,3 respuestas correctas más en el grupo que participó de la intervención en comparación al grupo control. Si bien este efecto no es estadísticamente significativo, este dato posee interés sustancial en contraste con el resultado de otras variables (Persson, et al., 2019).

En los estudios que reportaron mejoras post intervención (Carlson et al., 2012; McDevitt & Kiousis, 2006; Sampaio & Siqueira, 2013; Yang & Chung, 2009), las competencias cívicas que fueron afectadas positivamente están vinculadas a mayores niveles de cognición política en adolescentes. Si bien este aspecto de las competencias cívicas es el más estudiado en estas investigaciones, McDevitt y Kiousis (2006) también incluyeron a la intención de participación política electoral futura, el voluntariado y el activismo universitario como competencias cívicas mayormente relacionadas a la acción política, aunque los tamaños del efecto reportados fuesen pequeños. Asimismo, Yang y Chung (2009) encontraron que la implementación de la currícula deliberativa sobre educación cívica en adolescentes tuvo un efecto positivo en las puntuaciones generales del pensamiento crítico. Sin embargo, mientras que las habilidades de inferencia, interpretación y evaluación, junto con las disposiciones de apertura mental y sistematicidad, mostraron diferencias significativas entre el grupo experimental y el grupo control, no se observaron diferencias estadísticamente significativas en las habilidades de reconocimiento de supuestos y deducciones, ni en las disposiciones de búsqueda de la verdad, capacidad analítica y curiosidad. En este sentido, la deliberación habría afectado en mayor medida a las competencias cívicas vinculadas a procesos de cognición que a los de acción política, sin embargo, su impacto varía según la variable de cognición política en particular.

 

 

Tipos de intervenciones realizadas y efectos alcanzados

 

 

Con relación a los tamaños del efecto reportados y la manera en la cual llegaron a esos resultados, McDevitt y Kiousis (2006) diseñaron un cuasi-experimento sobre el programa Kids Voting USA, una currícula escolar deliberativa y aplicada durante las semanas previas a las elecciones locales. Se encontró que la participación en el programa afectó positivamente la atención a noticias en internet (R² = .05), la discusión con amigos (R² = .03), el tamaño de la red de discusión (R² = .04), el apoyo al activismo no convencional (R² = .04), el voluntariado (R² = .07) y el activismo universitario (R² = .07) en adolescentes, aunque los tamaños del efecto reportados, como se afirmó anteriormente, son muy pequeños.

Estos datos provienen de los efectos de la currícula deliberativa exclusivamente; al incluir en el análisis a la deliberación política en el seno familiar, los valores del tamaño del efecto sobre la atención a noticias políticas (R² = .09), la atención a noticias en internet (R² = .06) y alentar la atención de sus padres/madres (R² = .06) se incrementaron levemente. A su vez, el conocimiento político (R² = .05), la integración de la información (R² = .03), la discusión familiar dos años después (R² = .12), la disposición a discrepar (R² = .03), el apoyo a la participación convencional (R² = .09) y la votación en 2004 (R² = .07) también incrementaron sus valores después de la deliberación intrafamiliar. Sobre estos resultados se observa que el programa tuvo mayores efectos en formas de participación política informal y en la acción política entre pares, donde las relaciones de poder son más bien simétricas. En cambio, cuando se suma la deliberación intrafamiliar al análisis, los valores que aumentan tienen que ver con un involucramiento político formal, el uso de los medios de comunicación y los procesos de cognición política. Además, la deliberación intrafamiliar aumentó levemente la disposición a discrepar políticamente por parte de los adolescentes y también aumentó su esfuerzo por descubrir el significado o la importancia de la nueva información política a la luz del conocimiento existente.

Por otro lado, Carlson et al. (2012) realizaron un ensayo controlado aleatorizado por grupos (cluster randomized controlled trial, CRCT) en 724 adolescentes de 30 barrios diferentes. Los investigadores utilizaron un software (Optimal Design) para calcular el poder del estudio en función del tamaño del efecto y la variación entre los barrios. Los resultados expuestos en el artículo afirman que las puntuaciones posteriores al tratamiento en autoeficacia deliberativa (intervalo de confianza, IC = 0.44 – 1.56), autoeficacia comunicativa (IC = 0.6 – 1.77) y control emocional (IC = 0.05 – 0.77) fueron significativamente mayores en el grupo de tratamiento que en el grupo de control. Sin embargo, los tamaños del efecto presentados para las medidas de autoeficacia comunicativa, eficacia deliberativa y control emocional se ubican dentro de un rango de efecto pequeño. Para la variable de control emocional, el tamaño del efecto fue nulo (d = 0.17), para las eficacia deliberativa y comunicativa los tamaños del efecto son pequeños (d = 0.27 y 0.30, respectivamente; Cohen, 1998).

Por su parte, Sampaio y Siqueira (2013) realizaron un cuasi-experimento durante la sesión anual del Parlamento Juvenil (PJ) de Minas Gerais en 2008. La participación en el Parlamento Juvenil tuvo un efecto significativo en el conocimiento político de los participantes en comparación con el grupo de control ( = 0,623). Aunque el efecto a largo plazo fue negativo para la mayoría (participantes: = 0,192 vs. control: 0,027), aquellos participantes con una relación afectiva con la política experimentaron un aumento considerable en su conocimiento político ( = 1,279). Además, los resultados indican que ser varón ( = 1,130), estar en el tercer año de la escuela secundaria ( =1,724), tener propensión al debate ( = 0,446), tener padres/madres con mayor escolaridad ( = 1,144), asistir a un colegio público ( = 0,499) y haber participado en otros ambientes de socialización anteriormente ( = 0,697) son factores que aumentan el conocimiento político al participar en una instancia deliberativa.

Otra investigación que analiza el impacto de una currícula escolar deliberativa fue la de Yang y Chung (2009), la cual consistió en un cuasi-experimento desarrollado en un colegio secundario al sur de Taiwán. Los autores no encontraron diferencias entre los grupos en el pretest, por lo que realizaron una prueba t comparando los resultados del postest y verificaron una mejora estadísticamente significativa del grupo experimental respecto al grupo de control en algunas subescalas. Específicamente, la currícula impactó positivamente en las siguientes habilidades para el pensamiento crítico: inferencia (t = 2.20; p = .031), interpretaciones (t = 2.69; p = .009) y evaluación (t = 3.79; p = .001); y en las siguientes disposiciones para el pensamiento crítico: apertura mental (t = 3.20; p = .002) y sistematicidad (t = 3.50; p = .001). Sin embargo, no se observaron diferencias estadísticamente significativas en las habilidades para el pensamiento crítico: reconocimiento de suposiciones (t = 1.24; p = .221) y deducciones (t = 1.56; p = .124), ni en las disposiciones para el pensamiento crítico: búsqueda de la verdad (t = 4.33; p = .666), capacidad analítica (t = 1.32; p = .190) y curiosidad (t = 1.92; p = .059). Complementariamente, un análisis cualitativo concluyó que la intervención realizada promovió significativamente la habilidad y disposición de los estudiantes para pensar críticamente. En conjunto, estos resultados sugieren que quienes participaron del grupo experimental superaron al grupo control en ciertas habilidades y disposiciones para el pensamiento crítico.

El tercer estudio que involucró una currícula escolar deliberativa fue el de Persson et al. (2019), quienes desarrollaron su experimento durante el año lectivo 2015-2016 en Suecia, pero sin resultados positivos. Si bien los tamaños del efecto reportados no fueron los esperados, al comparar las diferencias entre el grupo de tratamiento y control para cada uno de los once indicadores individuales del ambiente del aula, todas las diferencias resultan ser estadísticamente significativas (varían entre .09 y .14.), entendiendo que los estudiantes que cursaron una currícula deliberativa percibieron el clima del aula significativamente más abierto y dispuesto a la deliberación, en comparación con la percepción de estudiantes del grupo control, cuyas clases se estructuraban en base a la jerarquía del docente.

Aunque el experimento de Persson et al. (2019) tuvo un efecto positivo al crear un clima de debate más deliberativo en las aulas, el impacto de la deliberación sobre las competencias cívicas (interés político, valores democráticos, conocimiento y discusiones políticas) fue pequeño o nulo (d =‑0.012 a d = 0.068). De todas maneras, comparando estos resultados con los de McDevitt y Kiousis (2006), los efectos positivos de Kids Voting pueden haberse dado por el contexto electoral donde se desarrolla el programa, además del involucramiento familiar posterior a la participación en el programa, dos cuestiones que estuvieron ausentes en la intervención de Persson et al. (2019).

 

 

Diferencias entre los efectos encontrados

 

 

Evaluando las investigaciones que reportaron efectos positivos, el estudio sobre el PJ (Sampaio & Siqueira, 2013) presentó un efecto significativamente mayor (R² = .304) que en las evaluaciones de los programas Kids Voting USA (McDevitt & Kiousis, 2006) (R² = .05) y Young Citizens (Carlson et al., 2012; eficacia comunicativa: d = 0.30; eficacia comunicativa: d = 0.27). Como se observa en la Tabla 1, dichos procesos deliberativos son muy diferentes entre sí. La implicación en una deliberación institucionalizada como una Asamblea Legislativa obtuvo efectos superiores a la implementación de currículas deliberativas y participativas aplicadas a adolescentes durante períodos más prolongados de tiempo.

Por otra parte, la literatura en el área postula que tanto el espacio como la duración de las experiencias tendrán un rol en el efecto de las prácticas deliberativas sobre las competencias cívicas y su duración en el mediano plazo (Claes et al., 2017; Geijsel et al., 2012; Gibbs et al., 2021; Hoskins et al., 2012), siendo aquellas que se dan en el marco de instituciones escolares y por períodos prolongados las más favorables. Sin embargo, los estudios analizados proporcionan evidencia que contradice esa hipótesis: el tamaño del efecto más grande reportado fue el del cuasi-experimento en el Parlamento Juvenil, que desarrolló una sesión anual y fuera de la institución escolar. Además, Persson et al. (2019) realizaron la investigación experimental más grande hasta la fecha sobre los efectos de la deliberación en un entorno educativo y, en contraste con las investigaciones teóricas y empíricas iniciales, encontraron poca evidencia de que la educación deliberativa tenga un impacto positivo en las competencias cívicas.

 

 

Diferentes abordajes conceptuales y operacionales sobre la deliberación y las competencias cívicas

 

 

Por un lado, McDevitt y Kiousis (2006) y Persson et al. (2019) ofrecen una definición conceptual de educación deliberativa, mientras que Sampaio y Siqueira (2013) abordan específicamente el concepto de deliberación y proporcionan un marco claro para comprender estas ideas dentro del contexto de nuestra revisión. En contraposición, el estudio de Carlson et al. (2012) no ofrece definiciones conceptuales explícitas sobre la noción de deliberación, lo que deja espacio para la interpretación de sus conceptos. Del mismo modo, Yang y Chung (2009) tampoco proporcionan una definición clara de educación deliberativa, lo que ha llevado a interpretar sus conceptos en función de su similitud con las otras investigaciones que sí abordan la noción de educación deliberativa de manera explícita.

Por lo tanto, los estudios revisados se identifican dos enfoques diferentes de la deliberación: por un lado, se encuentran los estudios que conceptualizan la deliberación como educación deliberativa (McDevitt & Kiousis, 2006; Persson et al., 2019; Yang y Chung, 2009). Estos estudios definen a la educación deliberativa como un proceso en el cual, en contraposición a la educación centrada en la jerarquía docente, se fomenta el aprendizaje horizontal entre pares a través de la discusión y reflexión grupal para tomar decisiones informadas y fundamentadas en conjunto. Por otro lado, Carlson et al. (2012) y Sampaio y Siqueira (2013) conceptualizan la deliberación como la consideración de diversas perspectivas y opiniones sobre temas relevantes para la comunidad. Así, deliberar es entendido como el estímulo activo para el debate y la construcción colaborativa de propuestas concretas. A pesar de esta diferenciación de enfoques, todos los estudios incluidos enfatizan el proceso interactivo y participativo mediante el cual se busca llegar a decisiones compartidas para la acción colectiva.

En relación con el abordaje operacional de la deliberación, como se describe en la Tabla 1, en Carlson et al (2012) se implementó el programa Young Citizens, donde los adolescentes participaron de actividades deliberativas de aproximadamente 2 horas de duración durante 29 semanas, que abordaban temáticas de salud comunitaria, guiadas por facilitadores jóvenes de su comunidad. En el caso de McDevitt y Kiousis (2006), se estudió de la participación de los estudiantes en el programa Kids Voting USA, implementado en escuelas secundarias mediante el aprendizaje basado en la resolución de problemas en grupo, discusión entre pares y actividades cooperativas. Sampaio y Siqueira (2013) abordaron la deliberación en una sesión del Parlamento Joven de Minas Gerais de 2008, donde los adolescentes resolvieron problemas políticos a través del debate y la votación de diferentes propuestas. En Yang y Chung (2009) se aplicó una currícula deliberativa durante 10 semanas en una escuela secundaria, dividiendo a los estudiantes en grupos de 6-7 personas para debatir opiniones a favor y en contra de temas políticos particulares; luego, todos los participantes intercambiaron puntos de vista para la toma de decisión grupal y participaron de un momento de reflexión de las conclusiones arribadas. Finalmente, Persson et al. (2019) también implementaron una currícula deliberativa en escuelas secundarias consistente en siete lecciones de formación en derechos humanos guiadas por su docente.

En el caso de los abordajes conceptuales de las competencias cívicas, diversas definiciones emergen destacando tanto habilidades específicas como conocimientos políticos necesarios para la participación activa en la vida política y cívica. Carlson et al. (2012) enfatizan la importancia de habilidades para discutir y abordar temas de salud pública en la comunidad, incluyendo la comunicación efectiva y la promoción de la cooperación para mejorar la salud pública. McDevitt y Kiousis (2006), por otro lado, señalan las habilidades y conocimientos necesarios para participar activamente en la vida política y cívica, y destacan la comprensión del proceso electoral y la capacidad para tomar decisiones informadas como elementos fundamentales. En línea con esto, Sampaio y Siqueira (2013) resaltan los conocimientos políticos y habilidades de participación política de la ciudadanía, y subrayan su papel en el fortalecimiento de la democracia y la promoción de una ciudadanía activa y comprometida. Yang y Chung (2009) y Persson et al. (2019) añaden dimensiones adicionales, como la esencialidad de cuestionar acciones políticas y de imaginar alternativas más justas para una democracia participativa, así como los requisitos clave para la participación democrática, que incluyen la discusión política, el interés político, el conocimiento político y las actitudes democráticas. Estas definiciones, aunque varían en enfoque y alcance, convergen en la importancia de desarrollar habilidades y conocimientos que promuevan una ciudadanía activa y comprometida con la vida política y cívica.

Finalmente, el abordaje operacional de las competencias cívicas es parecido en la mayoría de los estudios revisados a pesar de medir una gran diversidad de variables. De esta manera, Sampaio y Siqueira (2013) construyeron cuatro índices para medir el conocimiento político general de quienes participaron en su estudio. Por otro lado, Carlson et al. (2012) utilizaron cinco escalas de autoeficacia a nivel individual y cuatro de autoeficacia grupal para medir las competencias cívicas de los adolescentes. Tanto McDevitt y Kiousis (2006) como Persson et al. (2019) midieron las competencias cívicas mencionadas en la Tabla 1 utilizando escalas Likert sobre variables de cognición política y habilidades cívicas. Por último, Yang y Chung (2009) midieron el pensamiento crítico de sus participantes a través de dos escalas (Habilidades y Disposiciones para el Pensamiento Crítico), cada una conformada por cinco subescalas. En conclusión, existen diversas aproximaciones metodológicas; sin embargo, las escalas serían la herramienta más utilizada por quienes evalúan las competencias cívicas en adolescentes.

 

 

Limitaciones y fortalezas de los artículos incluidos

 

 

En términos generales, de los cinco artículos revisados, dos son investigaciones experimentales (Carlson et al., 2012; Persson et al., 2019) y otras tres son cuasi-experimentos (McDevitt & Kiousis, 2006; Sampaio & Siqueira, 2013; Yang & Chung, 2009), ya que no pudieron asignar aleatoriamente a los participantes a los grupos de tratamiento y control. En el estudio de McDevitt y Kiousis (2006) la selección fue imparcial, pero no aleatoria. Igualmente, por medio de un análisis estadístico confirmaron que no hubo una correlación significativa entre la participación en el programa y la etnia, género, calificaciones y estatus socioeconómico de los estudiantes y sus familias, estas medidas solo explican el 1 % de la variación en la exposición de los estudiantes a Kids Voting USA (R2 = .01).

En relación con la muestra analizada, en el estudio de McDevitt y Kiousis (2006) el número de casos es alto y no muy alejado del mayor experimento hasta la fecha en deliberación política de adolescentes (Persson et al., 2019). Sin embargo, su muestra no solo estuvo sesgada hacia personas con un mayor nivel socioeconómico, sino que también hubo una pérdida desproporcionada de grupos minoritarios a causa de la deserción en cada toma de datos. Además, en la tercera toma, el tamaño de la muestra se restringió considerablemente, lo que reduce el poder estadístico para detectar la influencia directa de la currícula deliberativa en la conducta de voto y otros comportamientos medidos en ese momento (T3), aunque sí lograron demostrar efectos indirectos de la currícula deliberativa.

Por su parte, en el estudio de Sampaio y Siqueira (2013) la selección de participantes se realizó buscando un perfil cercano a estudiantes que participaron del PJ en ediciones anteriores. En términos muestrales, los estudiantes del PJ no participantes (175 en total) elegidos para participar en la investigación fueron agrupados en el grupo de control. Los participantes del PJ (176 jóvenes) forman el grupo de tratamiento. Sin embargo, los autores destacan el predominio de adolescentes de colegios privados de élite (n = 99) y jóvenes de colegios públicos militares (n = 98).

En el estudio experimental de Carlson et al. (2012) se aseguraron de que la posibilidad de difusión del efecto del tratamiento a los barrios de control se redujera gracias a la regla de no adyacencia adoptada para la asignación aleatoria de la intervención. Sin embargo, una limitación para tener en cuenta en términos de validez interna es que los entrevistadores eran jóvenes con experiencia previa en actividades relacionadas con el VIH, pero no eran expertos en la recolección de datos.

Las limitaciones del estudio de Yang y Chung (2009) incluyen la falta de información sobre el tamaño del efecto, y los valores necesarios para calcularlo (i.e., la desviación estándar de las diferencias entre las medias de los grupos experimental y de control). Por lo tanto, no fue posible elaborar conclusiones respecto del impacto de la currícula deliberativa sobre el pensamiento crítico en adolescentes.

Por otro lado, uno de los experimentos con mayores fortalezas metodológicas fue el de Persson et al. (2019), quienes, aun habiendo diseñado el mayor estudio experimental deliberativo con adolescentes, no hallaron efectos positivos. Además, este estudio tiene la fortaleza de haber realizado una aplicación diferida del cuestionario postest que se dio al finalizar el año escolar; lo cual permitió medir el impacto del experimento en el mediano plazo.

 

 

Discusión

 

 

La presente revisión se propuso analizar estudios experimentales y cuasi-experimentales que investigan si la participación de adolescentes en procesos deliberativos tiene efectos sobre sus competencias cívicas, y es la primera de su tipo dentro del conocimiento de las autoras.

Un primer hallazgo del estudio es la escasez de investigaciones experimentales sobre esta temática en población adolescente, lo cual contrasta con la gran cantidad de evidencia disponible sobre población adulta. En este sentido, los criterios que derivaron en la exclusión de la mayoría de los estudios inicialmente identificados fueron su carácter experimental o cuasi-experimental y que fueran realizados en población adolescente. Con respecto a lo primero, es especialmente relevante contar con evidencia experimental, ya que esta permite analizar el efecto de la participación en un proceso deliberativo sobre las competencias cívicas de adolescentes a partir de datos específicos y cuantificables. Además, cuando la metodología es suficientemente detallada, este tipo de diseño puede ser replicado en otros escenarios, lo que habilita la comparación de resultados, la validación de hallazgos y el fortalecimiento de las relaciones identificadas entre las variables. Por otra parte, merece análisis el criterio de exclusión referido a la edad: es especialmente relevante comprender el rol de los procesos de deliberación como herramienta de socialización política durante una época vital en que las personas comienzan a incorporarse más activamente en la vida política. Además, es relevante evitar una lógica adultocentrista de la política que no reconoce a las personas jóvenes como actores de una ciudadanía activa, crítica y con capacidad de transformación social (Yarema & Kolchinskaya, 2016).

En síntesis, la mayoría de los artículos que abordan de alguna manera los efectos de la deliberación sobre las competencias cívicas de adolescentes son estudios teóricos (e.g., Avery et al., 2013; Journell, 2010; Levine, 2008), o aplican solo metodología cualitativa (e.g., Crocco et al., 2018; Eränpalo, 2014), o llevan a cabo investigaciones no experimentales (e.g., Lee, 2012; McDevitt & Caton-Rosser, 2009; Maurissen, et al., 2018; Yunita et al., 2018). Además, cabe destacar que no se encontraron artículos en idioma español, la única investigación latinoamericana (Brasil) que cumplía con los criterios de selección fue el cuasi-experimento desarrollado por Sampaio y Siqueira (2013). 

En cuanto a los estudios analizados (n = 5), la mayoría manifiestan impactos positivos. Sin embargo, esa mejora varió según la competencia cívica analizada, la intervención aplicada y el diseño de las investigaciones. Más aún, el estudio experimental que posee la muestra de mayor tamaño ofrece resultados no significativos (Persson et al., 2019), y el estudio de Yang y Chung (2009) no reporta el tamaño del efecto. En síntesis, si bien los datos disponibles sugieren que la deliberación mejora las competencias cívicas, estas mejoras parecen ser en general pequeñas y varían en función del tipo de intervención. De este modo, algunos tipos de deliberación podrían no producir mejoras.

Una posible explicación para la disparidad de efectos es el interés político. Mientras que en algunas investigaciones tuvo un rol central (Sampaio & Siqueira, 2013), en otras (Persson et al., 2019) no fue considerado. Futuras investigaciones deberían tomar en cuenta el rol mediador del componente afectivo o emocional de la vinculación con la política tanto sobre el interés como en el conocimiento político. Estas etiquetas afectivas que funcionan como atajos cognitivos podrían determinar en gran medida cuáles son las temáticas relevantes o las que merecen menor detenimiento o esfuerzo cognitivo (von Scheve, 2013). Entonces, determinadas etiquetas afectivas combinadas con el conocimiento previo sobre política ayudaría a adquirir más y nueva información, lo guía las decisiones que toman los ciudadanos (Sampaio & Siqueira, 2013). 

Como se mencionó anteriormente, la operacionalización del proceso deliberativo difería tanto en el contexto en el que se realizaba como en el tiempo que duraba, lo que dificulta la identificación de un patrón común al cual se le pueda asignar la responsabilidad por el efecto positivo. De este modo, podrían encontrarse efectos positivos tanto en experiencias puntuales (Sampaio & Siqueira, 2013) como en la exposición a la deliberación por un tiempo prolongado (Carlson et al., 2012), aunque este efecto parecía ser mayor en el primer caso. Por otra parte, tanto experiencias en el contexto escolar (McDevitt & Kiousis, 2006; Yang & Chung, 2009) como otras fuera de las aulas (Carlson et al., 2012; Sampaio & Siqueira, 2013) evidenciaron efectos similares. A pesar de las diferencias en enfoque y aplicación, todas las intervenciones deliberativas comparten la característica de ser actividades presenciales que pretendían fomentar la participación colectiva y la educación cívica mediante tareas específicas. Además, todas contaron con la guía o participación de personas adultas, ya sea como facilitadores (Carlson et al., 2012), guías de deliberación (McDevitt & Kiousis, 2006; Persson et al., 2019; Yang y Chung, 2009) o formadores de conocimiento político (Sampaio & Siqueira, 2013).

En cambio, al analizar el abordaje conceptual de la deliberación, se encontraron más similitudes que diferencias. Tanto las investigaciones que han estudiado el impacto de currículas escolares deliberativas como aquellas que midieron el efecto de la deliberación fuera del contexto educativo en adolescentes subrayan su relevancia como un proceso crucial para cultivar la participación cívica y fortalecer los valores democráticos desde una edad temprana. Por ende, ambas conceptualizaciones se enfocan en el proceso dinámico y participativo de la deliberación entre pares para alcanzar consensos en pos de la acción colectiva.

Cuando se analiza comparativamente la operacionalización de la deliberación entre los artículos incluidos, se observa que varía según el estudio en particular y no se repiten los diseños de las intervenciones a pesar de encontrar algunas similitudes, tales como la aplicación de currículas deliberativas en escuelas secundarias. Aun así, estas diferían en duración, en las temáticas discutidas por los participantes y en la cantidad de participantes involucrados en dichas intervenciones. Entonces, se puede concluir que las intervenciones deliberativas en adolescentes son muy diversas y, teniendo en cuenta la escasa cantidad de investigaciones encontradas, se puede afirmar que es un campo de estudio que se encuentra en un estadio de incipiente desarrollo, lo que explicaría la heterogeneidad de abordajes operacionales.

En cuanto al abordaje conceptual de las competencias cívicas, se evidencian similitudes importantes entre los estudios revisados, ya que en general todos las definen como habilidades o conocimientos cívicos-políticos necesarios para el ejercicio de una ciudadanía activa y para el fortalecimiento del sistema democrático. Sin embargo, la uniformidad conceptual se contrapone a la heterogeneidad de competencias cívicas medidas entre las investigaciones revisadas. Por ejemplo, mientras que el conocimiento político fue la única competencia cívica que se repitió en la mayoría de los estudios, el resto de las competencias cívicas variaron dependiendo de las decisiones que tomaron los autores en cada investigación. Esto refleja la diversidad en la medición de este concepto, a pesar de que también se verifica una interrelación entre habilidades prácticas y disposiciones cognitivas a la hora de seleccionar las competencias a medir, se destaca la importancia de integrar ambos aspectos en futuras investigaciones de las competencias cívicas en adolescentes.

Con respecto a las competencias cívicas que efectivamente mejoraron luego de la exposición a un proceso deliberativo, se encontró que el conocimiento político aumentó en todos los estudios donde esta variable fue medida. Sin embargo, en el estudio de Sampaio y Siqueira (2013) el conocimiento político solo aumentó entre las personas que tenían un interés político previo a la deliberación. Incluso en Persson et al. (2019), donde ninguno de los efectos fue estadísticamente significativo, el conocimiento político fue la variable que manifestó un mayor crecimiento luego de la deliberación.

Otras variables que aumentaron en algunos estudios fueron la deliberación y la comunicación interpersonal (Carlson et al., 2012; McDevitt & Kiousis, 2006), atención a noticias políticas, atención electoral, integración de la información e importancia del problema/tema —aumentó el grado de importancia que los adolescentes le han atribuido a un determinado problema o controversia pública— (McDevitt & Kiousis, 2006).

Se encontraron diferencias sustanciales en el desarrollo de las competencias cívicas de los adolescentes según el proceso de deliberación política atravesado. Tanto la socialización política entre pares como la socialización con personas adultas tienen impactos distintos en el desarrollo de competencias políticas en los adolescentes, y ambos enfoques desempeñan un papel complementario en su formación ciudadana. En los estudios analizados, la deliberación llevada a cabo por adolescentes fomentó la participación política informal —no convencional— y la acción política entre pares, lo que estimula la construcción de habilidades y actitudes políticas. Por otro lado, la deliberación política con personas adultas en ámbitos como la familia o la escuela obtuvo un enfoque más formal, se involucró el uso de medios de comunicación, procesos de cognición y participación política convencional, y se aumentó la disposición a discrepar políticamente y se fomentó el esfuerzo por comprender el significado y la importancia de la nueva información política.

A pesar de la relevancia de estos resultados, de este análisis se desprenden algunas cuestiones metodológicas a atender en futuras investigaciones. Por un lado, las mediciones de conocimiento político utilizadas incluyen casi exclusivamente aspectos de la política formal (e.g., voto). Es preciso comprender que la población adolescente puede verse menos interpelada por estas cuestiones, en comparación con temáticas políticas e instituciones más cercanas que formen parte de su cotidianidad (Quintelier & Hooghe, 2013). Una medición de conocimiento político para esta población debería poder incluirlas. Por otra parte, en la mayoría de los estudios se abordan dimensiones de la cognición política, mientras se descuidan aquellas vinculadas a la acción política. Sería importante que futuros experimentos puedan identificar si esas competencias se traducen en una acción tangible sobre el espacio político.

Además de las mencionadas limitaciones de los estudios revisados, es preciso señalar algunas limitaciones propias de este estudio en particular. En primer lugar, la escasez y heterogeneidad de la literatura en el área impide extraer evidencia concluyente sobre el impacto de la deliberación sobre las competencias cívicas de adolescentes y dimensiones mediadoras de esos efectos. Además, es preciso contemplar la posibilidad de existencia de un sesgo de publicación: es más probable que se publique un artículo que reporte efectos significativos que uno que no reporte efectos. En este sentido, sería relevante realizar un nuevo relevamiento procurando acceder a resultados no publicados a partir del contacto con investigadores en el área. En conjunto, si bien la evidencia recogida es en general alentadora, aun no puede considerarse concluyente.

La importancia práctica de este estudio remite a pensar si es viable emprender la aplicación masiva de intervenciones deliberativas en adolescentes para favorecer o desarrollar sus competencias cívicas: la respuesta es que se debe seguir experimentando. El presente artículo representa el primer intento de investigar y analizar los efectos de los estudios experimentales deliberativos en adolescentes, lo que aborda una brecha significativa en la literatura académica latinoamericana. Los estudios experimentales deliberativos ofrecen a las personas una experiencia práctica en la participación ciudadana, lo cual es esencial para fomentar su compromiso cívico. Así, es importante estudiar a las competencias cívicas también en el momento de su afianzamiento para poder descubrir de qué maneras fomentar su desarrollo y reducir los índices de apatía política y el desinterés inducidos por la crisis del sistema democrático actual. 

 

 

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Disponibilidad de datos: El conjunto de datos que apoya los resultados de este estudio no se encuentra disponible.

 

Cómo citar: Ottobre Aichino, A. L., Hermida, M. J., Alonso, D., & Brussino, S. (2024). ¿La deliberación mejora las competencias cívicas en adolescentes? Revisión sistemática de experimentos deliberativos. Ciencias Psicológicas, 18(1), e-3551. https://doi.org/10.22235/cp.v18i1.3551

 

Contribución de los autores (Taxonomía CRediT): 1. Conceptualización; 2. Curación de datos; 3. Análisis formal; 4. Adquisición de fondos; 5. Investigación; 6. Metodología; 7. Administración de proyecto; 8. Recursos; 9. Software; 10. Supervisión; 11. Validación; 12. Visualización; 13. Redacción: borrador original; 14. Redacción: revisión y edición.

A.L. O. A. ha contribuido en 1, 2, 5, 8, 11, 12, 13, 14; M. J. H. en 1, 4, 8, 10, 11, 12, 13, 14; D. A. en 1, 2, 3, 4, 5, 6, 8, 10, 11, 13, 14; S. B. en 1, 4, 7, 8, 10, 11, 14.

 

Editora científica responsable: Dra. Cecilia Cracco.

 

 

10.22235/cp.v18i1.3551

Original Articles

Does deliberation improve civic competences in adolescents? A systematic review of deliberative experiments

¿La deliberación mejora las competencias cívicas en adolescentes? Revisión sistemática de experimentos deliberativos

A deliberação melhora as competências cívicas em adolescentes? Uma revisão sistemática de experimentos deliberativos

 

Ana Laura Ottobre Aichino1, ORCID 0009-0004-3448-1217

María Julia Hermida2, ORCID 0000-0001-6835-7864

Daniela Alonso3, ORCID 0000-0003-2080-9571

Silvina Brussino4, ORCID 0000-0002-1087-644X

 

1 Universidad Nacional de Córdoba; Conicet, Argentina, anaotto23@hotmail.com

2 Universidad Nacional de Hurlingham; Conicet, Argentina

3 Universidad Nacional de Córdoba; Conicet, Argentina

4 Universidad Nacional de Córdoba; Conicet, Argentina

 

Abstract:

The deliberation process fosters citizen participation by enhancing civic competences such as political knowledge and interest, argumentative and deliberative quality, levels of political engagement, and tolerance for disagreement. However, is this indeed the case? Which civic competences are effectively modified after participating in a deliberative process? Despite extensive research on adults, there are few studies on adolescence, a pivotal stage for the development of civic competences. A systematic review was conducted following the PRISMA method to examine the effects of adolescent deliberation on their civic competences. A total of 252 articles were identified, but only five corresponding to experimental trials and were thus included in the present review. The results indicated that generally deliberation has positive effects on adolescents' civic competences. However, the reported effects are smaller in studies with larger sample sizes, and one study found no effects. Therefore, while there are indications that deliberation can enhance civic competences in adolescents, this enhancement would be modest, and only certain types of interventions would produce it.

Keywords: deliberation; civic competences; adolescents; experimental psychology.

 

Resumen:

El proceso de deliberación fomenta la participación de la ciudadanía al incrementar las competencias cívicas, como el conocimiento y el interés político, la calidad argumentativa y deliberativa, los niveles de cercanía con lo político y la tolerancia al desacuerdo. Sin embargo, ¿es esto realmente así? ¿Cuáles son las competencias cívicas que efectivamente se modifican luego de la participación en un proceso deliberativo? Aunque se ha investigado ampliamente a personas adultas, hay pocos estudios en la adolescencia, etapa crucial para el desarrollo de competencias cívicas. Se realizó una revisión sistemática siguiendo el método PRISMA para examinar los efectos de la participación de adolescentes en la deliberación sobre sus competencias cívicas. Se encontraron 252 artículos, mas solo cinco corresponden a ensayos experimentales y por ello fueron incluidos en la presente revisión. Los resultados indicaron que hay evidencia de que la deliberación tiene efectos positivos sobre las competencias cívicas de las/os adolescentes. Aun así, los efectos reportados son más pequeños en los estudios con mayor tamaño muestral y en un estudio no se encontraron efectos. Entonces, si bien hay indicios de que la deliberación puede mejorar las competencias cívicas en adolescentes, esta mejora sería pequeña y solo algunos tipos de intervenciones la producirían.

Palabras clave: deliberación; competencias cívicas; adolescentes; psicología experimental.

 

Resumo:

O processo de deliberação promove a participação cidadã ao incrementar competências cívicas como o conhecimento e o interesse político, a qualidade argumentativa e deliberativa, os níveis de envolvimento político e a tolerância ao desacordo. No entanto, isso é realmente assim? Quais competências cívicas são efetivamente modificadas após a participação em um processo deliberativo? Embora se tenha investigado amplamente em adultos, há poucos estudos sobre a adolescência, uma fase crucial para o desenvolvimento de competências cívicas. No presente estudo, foi realizada uma revisão sistemática seguindo o método PRISMA para examinar os efeitos da participação de adolescentes na deliberação sobre suas competências cívicas. Foram identificados 252 artigos, mas apenas cinco correspondiam a ensaios experimentais e, portanto, foram incluídos na presente revisão. Os resultados indicaram que há evidências de que a deliberação tem efeitos positivos nas competências cívicas dos adolescentes. No entanto, os efeitos relatados são menores em estudos com amostras maiores, e um estudo não encontrou efeitos. Portanto, embora haja indícios de que a deliberação possa aprimorar as competências cívicas em adolescentes, esse aprimoramento seria modesto, e apenas determinados tipos de intervenções o produziriam.

Palavras-chave: deliberação; competências cívicas; adolescentes; psicologia experimental.

 

Received: 13/07/2023

Accepted: 03/05/2024

 

 

Deliberation entails a rigorous analysis of one or several issues, combined with an egalitarian process wherein participants are provided ample opportunities to speak and engage in attentive listening or dialogue that integrates diverse forms of discourse and knowledge (Burkhalter, 2002). Furthermore, it involves a series of moderated discussions among individuals with sufficiently varied opinions to collectively address a clearly identified common problem (Miklikowska et al., 2022) or to reach a decision (Levine, 2018).

In political psychology, deliberative theory posits that collective discussions can enhance understanding and foster positive regard towards individuals with differing worldviews through various avenues: political and affective depolarization (Fishkin et al., 2021), higher levels of political knowledge, improved ability to form reasoned opinions (Andersen & Hansen, 2007), and increased political interest (Miklikowska et al., 2022). Furthermore, Knobloch (2022) argues that following participation in deliberation, individuals seek opportunities for public opinion formation and recognition of interests, equity, and empowerment. Interactions with diverse individuals in these exchanges promote perspective-taking, complex thinking, and political interest, among other competences essential for democratic life (Dewey, 1916, 1980; Fearon, 1998; Habermas, 1996).

Deliberation has also been proposed as a means to enhance argumentative processes. Within the framework of argumentative reasoning theory, deliberation can be understood as a method to improve the quality of argumentative processes and achieve better outcomes (Mercier, 2016). From this perspective, even when reasoning occurs in solitude, it always serves an argumentative function. However, there is an asymmetry in how one evaluates their own arguments compared to those of others: while evaluation of one's own production tends to be vaguer and more biased, evaluation of others' arguments is more rigorous and demands greater objectivity. This is particularly true when these arguments contradict one's own beliefs. Thus, reasoning in heterogeneous groups would be most virtuous, as individuals seeking to persuade others must enhance the quality of their arguments in successive rounds of argumentation. Conversely, when deliberation occurs in groups sharing a viewpoint, new arguments do not conflict with prior beliefs, providing new reasons to uphold them and increasing polarization (e.g., Nyhan & Reifler, 2015).

Participation in a deliberative space where civic-political issues are addressed, and individuals must counter-argue and make a collective decision, could positively impact individuals' civic competences. These civic competences encompass the skills, knowledge, and values necessary for effective and responsible participation in the political and social life of a given community. This entails exercising citizenship in an informed, critical, and committed manner (Gallego, 2017).

In summary, the available evidence suggests that deliberation is associated with the enhancement of civic competences. Various relevant attributes can be used to measure civic competences (Edwards, 2005; McIntosh, 2006; Niemi & Chapman, 1998). Some civic competences are framed within processes of political cognition, such as political knowledge, political interest or attention, political sophistication -a theoretical construct that combines political interest with knowledge about politics (Muñiz et al., 2018), internal political efficacy (Brussino et al., 2006), tolerance of disagreement (Teven et al., 1998), or political tolerance. In contrast, other civic competences are more related to political action: political participation, either factual or the intention to participate collectively in the future (Imhoff & Brussino, 2017), volunteering, conventional and non-conventional activism (McDevitt & Kiousis, 2006), among others.

The acquisition of these competences is closely linked to the process of political socialization, which is considered a part of the broader socialization process (Imhoff & Brussino, 2017). Consequently, as individuals assimilate into a specific culture, they simultaneously develop political skills and attitudes that are inherent to that culture. (Benedicto, 1995; Oller Sala, 2008). Imhoff and Brussino (2017) highlight that political socialization entails a process influenced by numerous factors and interactions among different agents and agencies, fostering innovation and social transformation. Additionally, horizontal socialization also holds significance in this process (Amna, 2012); for example, political learning among peers suggests that political socialization occurs within a context of power relations that are more balanced compared to those established with adults (Flanagan, 2003; Pfaff, 2009).

It is noteworthy that adolescence emerges as a pivotal moment within the process of developing civic competences, as youth are particularly receptive to democratic values and principles (Oosterwaal & Op't Eynde, 2017; Flanagan & Faison, 2001; Kahne & Sporte, 2008). Additionally, civic participation during adolescence is associated with civic participation in adulthood, as those who engage in civic activities in their youth are more likely to sustain that commitment throughout their lives (Metzger et al., 2013).

Despite its importance, there is a lack of scientific research on horizontal political socialization, which focuses on peer groups as agents of political socialization, due to an adult-centric view of this process (Pfaff, 2009). Hence, it becomes crucial to address the study of civic competences early in life, with adolescence being a pivotal stage for their formation. Moreover, several studies (e.g., Malaguzzi, 2001; Marina, 2011; Medina & Pérez, 2017; Muñoz, 2010) highlight adolescence as an opportune time for socialization and the development of capacities in younger members of society.

The transformative dimension of civic competences has been explored in previous studies, primarily conducted with adult populations (e.g., Abelson et al., 2002; Chung et al., 2021; Gastil, 2018; Min, 2014; Mühlberger, 2018; Muradova, 2020; Sanjuan & Mantas, 2022). However, research on this issue in youth has been relatively less developed. Therefore, in this study, it is systematically reviewed the existing literature on this topic concerning adolescents. The identified studies are described and synthesized their findings to determine whether participation in deliberative processes enhances various civic competences in adolescents.

 

 

Method

 

 

To conduct this systematic review (Broome et al., 2006), we followed the guidelines of the PRISMA statement (Page et al., 2021) for the publication of systematic reviews (Moher et al., 2007). We selected publications reporting results from experimental or quasi-experimental studies evaluating the effect of participation in a deliberative process on various civic competences of adolescents. The research was conducted between July and November, 2022. According to the objectives of this study, the inclusion criteria were:

-Participants were adolescents (10 to 19 years old). Although there is no widespread and exact agreement on which ages fall into the category of "adolescence", according to the traditional definition of the World Health Organization, this period extends from 10 to 19 years, divided into two phases: early adolescence, which spans from 10 to 14 years, and late adolescence, which ranges from 15 to 19 years (Hernández, 1996).

-The study type was an experiment or quasi-experiment.

-The intervention involved participation in a face-to-face deliberation process, with or without a final decision.

-The effects of the intervention were compared with a control or quasi-control group, either passive (a group that does not deliberate or a "waiting list" group) or active (a group engaged in another activity).

-The impact on civic competences was measured, understood broadly as any skill considered a civic competency by the authors of the study.

-The article was published in the last 20 years due to the limited amount of scientific production in the study area that met the selection criteria.

The search terms were selected based on previous literature on deliberation as a process impacting individuals' civic competences.

The languages in which the search was conducted were Spanish and English, and the search terms used were as follows: (SPA) deliberación; experimento; adolescentes; competencias cívicas / (ENG) deliberation; experiment; adolescents; civic competences. Likewise, the search engines used were: Social Sciences Citation Index, Google Scholar, JSTOR, Scopus, Scielo, and Scispace. We found that these search engines were the most suitable for exploring the state of scientific production within the field of Political Psychology and related Social Sciences. Figure 1 summarizes the articles found and the selection of these based on the inclusion criteria.

 

Figure 1: Selection of Articles Through the Different Phases of the Systematic Review

 

 

Table 1: Analysis of the Studies Included in the Systematic Review and Their Results

 

 

 

 

 

Results

 

 

A small number of studies meeting the inclusion criteria were encountered. Most excluded articles were not experimental or quasi-experimental studies and did not involve adolescents as the study population. Overall, the results of the analysis in this review (Table 1) suggest that deliberation has a positive impact on civic competences in adolescents. However, the effect sizes of these interventions tend to be low. In some cases, null effects were found, and in others, while deliberation was shown to improve observed civic competences, effect sizes were not reported. Thus, while deliberation appears to have a positive effect, not every type of intervention yields significant results.

 

 

Dependent Variables

 

 

The authors of the studies included in this review analyzed various variables as civic competences. These included deliberative self-efficacy, communicative self-efficacy, and emotional control as individual self-efficacy scales (Carlson et al., 2012); media usage, political cognition, political discussion, deliberative habits, civic identity, and participation as civic engagement variables (McDevitt & Kiousis, 2006); general political knowledge (Sampaio & Siqueira, 2013); disposition and ability for critical thinking (Yang & Chung, 2009); and political interest, political knowledge, democratic values, and political discussion (Persson et al., 2019).

Political knowledge emerged as the primary dependent variable across the analyzed studies. However, its operationalization varied significantly: McDevitt and Kiousis (2006) and Persson et al. (2019) both assessed political knowledge through questions pertaining to the political system, such as the electoral process and notable political figures at the local level. McDevitt and Kiousis (2006) integrated this measure within their broader assessment of political cognition, which also considered the integration of political information and issue salience. In contrast, Persson et al. (2019) categorized their assessment as factual political knowledge, encompassing inquiries about local and international (European Union) formal politics. On the other hand, Sampaio and Siqueira (2013) devised a more intricate approach to measuring political knowledge. Their methodology involved constructing partial indices concerning knowledge about democracy, legislative institutions, and the ideological spectrum of political parties. These divergent approaches to operationalizing the dependent variable may account for the differing outcomes regarding the positive impact of participation in deliberative processes.

Furthermore, the instruments employed to evaluate political knowledge frequently neglect facets of non-conventional or informal political engagement, which extend beyond the confines of institutional and formal spheres. These realms hold potential significance for political socialization during adolescence (Bruno & Barreiro, 2021). Hence, it becomes pertinent to explore the role of political knowledge using more contextualized and age-appropriate measurements. For instance, inquiries could encompass understanding student politics, gender, or the environment.

Interestingly, in the study by Sampaio and Siqueira (2013), political knowledge increased only among adolescents who had reported higher political interest before deliberation. Even in the study with null effects by Persson et al. (2019), political knowledge increased by an average of 0.3 more correct responses in the intervention group compared to the control group. While this effect is not statistically significant, this data holds substantial interest in contrast to the result of other variables (Persson et al., 2019).

In studies reporting post-intervention improvements (Carlson et al., 2012; McDevitt & Kiousis, 2006; Sampaio & Siqueira, 2013; Yang & Chung, 2009), the enhanced civic competences were primarily associated with heightened levels of political cognition in adolescents. While this aspect of civic competences received the most attention in these investigations, McDevitt and Kiousis (2006) also examined future political electoral participation intention, volunteering, and university activism as civic competences predominantly linked to political action, albeit with reported effect sizes being small.

Similarly, Yang and Chung (2009) discovered that implementing a deliberative curriculum on civic education for adolescents positively impacted overall critical thinking scores. However, while inference, interpretation, and evaluation skills, alongside dispositional openness and systematicity, exhibited significant differences between the experimental and control groups, no statistically significant variances were observed in assumption recognition and deduction skills, nor in truth-seeking disposition, analytical capacity, or curiosity.

In this context, deliberation appears to have influenced civic competences associated with cognitive processes more than those related to political action. However, its impact varies depending on the specific political cognition variables under consideration.

 

 

Types of interventions conducted and reported effects

 

 

Regarding the reported effect sizes and the methodology leading to these outcomes, McDevitt and Kiousis (2006) conducted a quasi-experiment focusing on the Kids Voting USA program —a deliberative school curriculum implemented in the weeks leading up to local elections—. Their findings revealed that participation in the program positively influenced several factors among adolescents. These included attention to online news (R² = .05), discussions with friends (R² = .03), the size of discussion networks (R² = .04), support for non-conventional activism (R² = .04), volunteering (R² = .07), and engagement in university activism (R² = .07). However, it's worth noting that the reported effect sizes, as previously mentioned, were relatively small. These findings stem from the effects of the deliberative curriculum alone; when incorporating political deliberation within the family in the analysis, the effect size values for attention to political news (R² = .09), attention to news on the internet (R² = .06), and encouraging parental attention (R² = .06) slightly increased. Additionally, political knowledge (R² = .05), information integration (R² = .03), family discussion two years later (R² = .12), willingness to disagree (R² = .03), support for conventional participation (R² = .09) and voting in 2004 (R² = .07) also increased their values following intrafamily deliberation. These results suggest that the program had more pronounced effects on informal political participation forms and peer political action, characterized by more symmetrical power relations. Conversely, with the inclusion of family deliberation in the analysis, the values’ increase was associated with formal political involvement, media usage, and political cognition processes. Furthermore, intrafamily deliberation slightly augmented adolescents' willingness to engage in political disagreement and heightened their efforts to discern the significance or relevance of new political information considering existing knowledge.

On the other hand, Carlson et al. (2012) conducted a cluster randomized controlled trial on 724 adolescents from 30 different neighborhoods. Utilizing software (Optimal Design), the researchers calculated the study's power based on effect size and variation among neighborhoods. The results indicated that post-treatment scores in deliberative self-efficacy (confidence interval, CI = 0.44 – 1.56), communicative self-efficacy (CI = 0.6 – 1.77), and emotional control (CI = 0.05 – 0.77) were significantly higher in the treatment group compared to the control group. However, the effect sizes reported for communicative self-efficacy, deliberative efficacy, and emotional control fall within the range of small effects. Specifically, for the emotional control variable, the effect size was almost null (d = 0.17), for deliberative and communicative efficacy, the effect sizes are small (d = 0.27 and 0.30, respectively; Cohen, 1998).

Furthermore, Sampaio and Siqueira (2013) conducted a quasi-experiment during the annual session of the Youth Parliament (YP) of Minas Gerais in 2008. Participation in the Youth Parliament had a significant effect on participants’ political knowledge compared to the control group ( = 0.623). Although the long-term effect was negative for most (participants: = –0.192 vs. control: –0.027), those participants with an affective relationship with politics experienced a considerable increase in their political knowledge ( = 1.279). Additionally, the results indicate that being male ( = 1.130), being in the third year of high school ( = 1.724), having a propensity for debate ( = 0.446), having parents with higher education ( = 1.144), attending a public school ( = - 0.499), and having participated in other socialization environments before ( = 0.697) are factors that increase political knowledge when participating in a deliberative instance.

Another study examining the impact of a deliberative school curriculum was conducted by Yang and Chung (2009), involving a quasi-experiment carried out in a high school in southern Taiwan. Initially, the authors found no differences between the groups in the pretest, so they conducted a t-test to compare the posttest results, revealing a statistically significant improvement in the experimental group compared to the control group across several subscales. Specifically, the curriculum demonstrated a positive impact on the following critical thinking skills: Inference (t = 2.20; p = .031), Interpretation (t = 2.69; p = .009), and Evaluation (t = 3.79; p = .001); and on the following critical thinking dispositions: Open-mindedness (t = 3.20; p = .002) and Systematicity (t = 3.50; p = .001). However, no statistically significant differences were observed in critical thinking skills related to: Recognition of Assumptions (t = 1.24; p = .221) and Deductions (t = 1.56; p = .124), nor in critical thinking dispositions Truth-seeking (t = 4.33; p = .666), Analytical Capacity (t = 1.32; p = .190), and Curiosity (t = 1.92; p = .059). Moreover, a qualitative analysis concluded that the intervention significantly enhanced students' ability and disposition to think critically. Taken together, these findings suggest that participants in the experimental group surpassed those in the control group in certain critical thinking skills and dispositions.

The third study, which involved a deliberative school curriculum, was conducted by Persson et al. (2019). They carried out their experiment during the 2015/2016 school year in Sweden but did not yield positive results as anticipated. Despite this, when comparing the differences between the treatment and control groups for each of the eleven individual classroom climate indicators, all variances were statistically significant (ranging between .09 and .14). Students who participated in the deliberative curriculum perceived the classroom climate significantly more open and conducive to deliberation compared to the perception of students in the control group, whose classes were structured based on teacher hierarchy. Although Persson et al.'s (2019) experiment had a positive effect on fostering a more deliberative debate climate in the classrooms, the impact of deliberation on civic competences (such as political interest, democratic values, political knowledge, and political discussions) was small or null (d = -0.012 to d = 0.068). However, upon comparing these findings with those of McDevitt and Kiousis (2006), it is plausible that the favorable outcomes observed in Kids Voting were shaped by the electoral context in which the program operates, as well as the engagement of families after their participation—an aspect lacking in Persson et al.'s (2019) intervention.

 

 

Differences in Found Effects

 

 

When assessing the research that reported positive effects, the study on the Youth Parliament (Sampaio & Siqueira, 2013) showed a significantly higher effect (R² = .304) compared to evaluations of the Kids Voting USA program (McDevitt & Kiousis, 2006) (R² = .05) and Young Citizens (Carlson et al., 2012) (communicative efficacy: d = 0.30; communicative efficacy: d = 0.27). As depicted in Table 1, these deliberative processes are markedly different from each other. Engagement in an institutionalized deliberation such as a Legislative Assembly, yielded superior effects compared to the implementation of deliberative and participatory curricula applied to adolescents over longer periods of time.

On the other hand, literature in the field suggests that both the setting and duration of experiences are influential factors in the impact of deliberative practices on civic competences and their medium-term sustainability (Claes et al., 2017; Geijsel et al., 2012; Gibbs et al., 2021; Hoskins et al., 2012), with those occurring within school institutions and over prolonged periods being deemed the most advantageous. However, the studies analyzed provide evidence that challenges this hypothesis: the largest reported effect size stemmed from the quasi-experiment conducted during the Youth Parliament's annual session, which occurred outside the school institution. Furthermore, Persson et al. (2019) conducted the largest experimental research to date on the effects of deliberation in an educational setting, and contrary to initial theoretical and empirical research, found limited evidence that deliberative education has a positive impact on civic competences.

 

 

Different Conceptual and Operational Approaches to Deliberation and Civic Competences

 

 

On one hand, McDevitt and Kiousis (2006) and Persson et al. (2019) presented a conceptual definition of deliberative education, while Sampaio and Siqueira (2013) specifically addressed the concept of deliberation, furnishing a clear framework for understanding these ideas within the context of this review. In contrast, Carlson et al.’s (2012) study did not offer explicit conceptual definitions of the notion of deliberation, leaving room for our understanding of their concepts. Similarly, Yang and Chung (2009) also did not clarify a clear definition of deliberative education, leading to interpret their concepts based on their resemblance to other research that explicitly addressed the notion of deliberative education.

Hence, the examined studies delineate two distinct paradigms concerning deliberation: firstly, there exist investigations that conceptualize deliberation as deliberative education (McDevitt & Kiousis, 2006; Persson et al., 2019; Yang and Chung, 2009). These studies define deliberative education as a process wherein horizontal learning among peers is fostered through group discussions and reflections, contrasting with educational models centered on teacher hierarchy. Secondly, Carlson et al. (2012) and Sampaio and Siqueira (2013) conceptualize deliberation as the contemplation of diverse perspectives and opinions on issues pertinent to the community. Consequently, deliberation is perceived as actively stimulating debate and collaboratively constructing concrete proposals. Despite the divergence in these approaches, all the studies underscore the interactive and participatory process aimed at reaching shared decisions for collective action.

Regarding the operationalization of deliberation, as delineated in Table 1, Carlson et al. (2012) implemented the Young Citizens program. This initiative engaged adolescents in deliberative activities for approximately two hours per week over a span of 29 weeks, focusing on community health topics. These activities were guided by young facilitators from the community. McDevitt and Kiousis (2006) concentrated on students' involvement in the Kids Voting USA program, which was integrated into high schools. This program utilized problem-solving-based group learning, peer discussion, and cooperative activities. Sampaio and Siqueira (2013) explored deliberation within a session of the Youth Parliament of Minas Gerais in 2008. During this session, adolescents deliberated on political issues through debate and voting on various proposals. In Yang and Chung's study (2009), a deliberative curriculum was implemented over a span of 10 weeks in a high school setting. Students were divided into groups of 6/7 to debate opinions for and against political topics. Subsequently, all participants exchanged views for group decision-making and engaged in reflection on the conclusions drawn. Finally, Persson et al. (2019) implemented a deliberative curriculum in high schools, comprising seven Human Rights education lessons guided by their teacher.

In terms of the conceptual approaches to civic competences, various definitions emerge accentuating both specific skills and political knowledge requisite for active participation in political and civic spheres. Carlson et al. (2012) underscore the significance of skills necessary for discussing and addressing public health issues within the community, including effective communication and fostering cooperation to enhance public health. Conversely, McDevitt and Kiousis (2006) highlight the skills and knowledge essential for active engagement in political and civic life, emphasizing comprehension of the electoral process and the capacity to make informed decisions as foundational elements. Correspondingly, Sampaio and Siqueira (2013) emphasize the importance of political knowledge and political participation skills of citizenship, underlining their pivotal role in strengthening democracy and promoting active and engaged citizenship.

Yang and Chung (2009) and Persson et al. (2019) introduce additional dimensions, such as the essentiality of questioning political actions and imagining fairer alternatives for participatory democracy, as well as the key requirements for democratic participation, including political discussion, political interest, political knowledge, and democratic attitudes. Despite variations in focus and scope, these definitions coalesce around the importance of cultivating skills and knowledge conducive to promoting active citizenship and engendering engagement with political and civic domains.

In conclusion, while the reviewed studies adopt diverse methodological approaches, scales emerge as the most commonly employed tool for assessing civic competences in adolescents. For instance, Sampaio and Siqueira (2013) constructed four indices to gauge the general political knowledge of their participants, whereas Carlson et al. (2012) utilized five scales of individual self-efficacy and four of group self-efficacy to measure adolescents' civic competences. Similarly, both McDevitt and Kiousis (2006) and Persson et al. (2019) employed Likert scales to measure the civic competences outlined in Table 1 across political cognition variables and civic skills. Lastly, Yang and Chung (2009) assessed the critical thinking of their participants through two scales (Critical Thinking Skills and Dispositions), each consisting of five subscales.

 

 

Limitations and Strengths of the Included Articles

 

 

In general terms, among the five reviewed articles, two are experimental research studies (Carlson et al., 2012; Persson et al., 2019) while the three remaining are quasi-experiments (McDevitt & Kiousis, 2006; Sampaio & Siqueira, 2013; Yang & Chung, 2009), as they did not randomly assign participants to treatment and control groups. In McDevitt and Kiousis' study (2006), although the selection process was unbiased, it was not random. Nevertheless, through statistical analysis, they confirmed that there was no significant correlation between participation in the program and the ethnicity, gender, grades, and socioeconomic status of the students and their families; these measures only explain 1% of the variation in students' exposure to Kids Voting USA (R2 = .01).

In McDevitt and Kiousis' study (2006), the sample size was relatively large, not significantly different from the largest experiment in adolescent political deliberation conducted to date (Persson et al., 2019). However, their sample exhibited biases toward individuals from higher socioeconomic backgrounds, and there was a disproportionate loss of minority groups due to attrition at each data collection point. Furthermore, during the third data collection, the sample size was significantly reduced, which limited the statistical power to detect the direct influence of the deliberative curriculum on voting behavior and other behaviors measured at that time (T3). Nonetheless, they did manage to demonstrate indirect effects of the deliberative curriculum.

In Sampaio and Siqueira's study (2013), participants were selected to match the profile of students who had participated in previous editions of the Youth Parliament. Regarding sampling, non-participant Youth Parliament students (totaling 175) selected for participation in the research constituted the control group, while Youth Parliament participants (176 young individuals) comprised the treatment group. Notably, the authors emphasized the predominance of adolescents from elite private schools (n = 99) and young individuals from military public schools (n = 98).

In Carlson et al.'s experimental study (2012), they mitigated the potential for treatment effect diffusion to control neighborhoods by implementing the non-contiguity rule for the random allocation of the intervention. However, an internal validity limitation to consider is that the interviewers were young individuals with prior experience in HIV-related activities but lacked expertise in data collection.

Limitations of Yang and Chung's study (2009) include the absence of information on effect size and the requisite values needed to calculate it, such as the standard deviation of the differences between the means of the experimental and control groups. Consequently, drawing conclusions regarding the impact of the deliberative curriculum on critical thinking in adolescents was not feasible.

On the other hand, the experiment with greater methodological strengths was Persson et al.'s study (2019). Despite designing the largest deliberative experimental study with adolescents, they did not find positive effects. Additionally, this study was strengthened by conducting a deferred application of the post-test questionnaire, administered at the end of the school year, allowing for the measurement of the experiment's impact in the medium term.

 

 

Discussion

 

 

This review aimed to analyze experimental and quasi-experimental studies investigating the effects of adolescents' participation in deliberative processes on their civic competences, representing the first of its kind to the knowledge of the authors.

One primary finding of this study is the scarcity of experimental research on this topic in adolescent populations, which contrasts with the abundance of evidence available for adult populations. The criteria that led to the exclusion of most initially identified studies were the lack of experimental or quasi-experimental design as well as a lack of focus on adolescent populations. Regarding the former, having experimental evidence is especially relevant as it allows for analyzing the effect of participation in a deliberative process on adolescents' civic competences based on specific and quantifiable data. Additionally, when the methodology is sufficiently detailed, this type of design can be replicated in other settings, enabling comparison of results, validation of findings, and strengthening of identified relationships between variables.

Furthermore, it is worth examining the role of deliberative processes as a tool for political socialization specifically during adolescence, a vital period when individuals begin to become more actively involved in political life. Additionally, it is important to avoid an adult-centric logic of politics that does not recognize young people as active actors in shaping critical citizenship and fostering social transformation (Yarema & Kolchinskaya, 2016).

In summary, the majority of literature exploring the impact of deliberation on adolescents' civic competences consists of theoretical studies (e.g., Avery et al., 2013; Journell, 2010; Levine, 2008), qualitative research (e.g., Crocco et al., 2018; Eränpalo, 2014), or non-experimental investigations (e.g., Lee, 2012; McDevitt & Caton-Rosser, 2009; Maurissen et al., 2018; Yunita et al., 2018). It is worth noting the absence of Spanish-language articles; the sole Latin American study (from Brazil) meeting the selection criteria was the quasi-experiment conducted by Sampaio and Siqueira (2013).

Regarding the analyzed studies (n = 5), the prevailing trend indicates positive impacts. Nonetheless, the extent of improvement varied across civic competences, intervention modalities, and research methodologies. Notably, the experimental study with the largest sample size yielded non-significant results (Persson et al., 2019), and the effect size was unreported in the study by Yang and Chung (2009). In summary, while existing data that suggests that deliberation fosters civic competences, the magnitude of these enhancements appears modest and contingent upon the specific intervention employed. Consequently, certain forms of deliberation may not yield substantial improvements.

The variation in observed effects across studies may be attributed, in part, to differences in political interest. While some studies highlight its pivotal role (Sampaio & Siqueira, 2013), others, such as Persson et al. (2019), do not incorporate it. Future investigations should explore the mediating influence of affective or emotional dimensions of political engagement on both interest and political knowledge. These affective labels serve as cognitive shortcuts, significantly influencing the perceived relevance of issues and the allocation of cognitive resources (von Scheve, 2013). Consequently, specific affective labels, combined with existing political knowledge, facilitate the acquisition of new information and guide citizens' decision-making processes (Sampaio & Siqueira, 2013).

As previously noted, the operationalization of the deliberative process varied in terms of duration and context, posing challenges in identifying a consistent pattern underlying the observed positive effects. Consequently, positive outcomes were evident in diverse settings, ranging from specific experiences (Sampaio & Siqueira, 2013) to prolonged exposure to deliberation (Carlson et al., 2012), with the former appearing to yield more pronounced effects. Moreover, both school-based (McDevitt & Kiousis, 2006; Yang & Chung, 2009) and extracurricular (Carlson et al., 2012; Sampaio & Siqueira, 2013) deliberative experiences demonstrated similar efficacy. Despite variations in approach and implementation, all deliberative interventions shared the fundamental characteristic of facilitating face-to-face activities aimed at promoting collective participation and civic education through structured tasks. Additionally, adult guidance or participation was consistent across all interventions, whether as facilitators (Carlson et al., 2012), deliberation guides (McDevitt & Kiousis, 2006; Persson et al., 2019; Yang and Chung, 2009), or political knowledge instructors (Sampaio & Siqueira, 2013).

When examining the conceptual approach to deliberation, more similarities than differences among the reviewed studies were identified. Both investigations exploring the effects of deliberative school curricula and those assessing the impact of deliberation beyond the educational sphere underscore its significance as a fundamental process for nurturing civic engagement and reinforcing democratic principles from adolescence onward. Consequently, both conceptualizations highlight the interactive and participatory nature of deliberation among peers aimed at reaching a consensus for collective action.

When rigorously comparing the operationalization of deliberation across the reviewed articles, a nuanced variation tailored to each study was discerned, devoid of replicated designs despite occasional similarities, such as the application of deliberative curricula in secondary schools. However, these interventions varied notably in duration, the thematic scope discussed by participants, and the extent of participant involvement. Consequently, it was deduced that deliberative approaches among adolescents exhibit a remarkable diversity. Given the scant number of studies available, it can be assert that this field of study is in infancy, thereby elucidating the heterogeneous nature of operational approaches.

In examining the conceptual approach to civic competences, a striking convergence emerges across the reviewed studies, wherein they uniformly define such competences as essential civic-political skills or knowledge requisite for active citizenship and fortifying democratic governance. However, this conceptual coherence stands in stark contrast to the varied civic competences measured across the studies. For instance, while political knowledge emerged as a recurrent civic competency in most studies, the array of other civic competences varied based on the authors' discretion in each study. This divergence underscores the diversity in conceptualizing and measuring civic competences, albeit with an underlying interplay between practical skills and cognitive predispositions guiding the selection of competences for measurement. This highlights the importance of integrating both dimensions in future investigations on civic competences in adolescents.

Regarding the civic competences that effectively improved after exposure to a deliberative process, political knowledge increased in all studies where this variable was assessed. However, in Sampaio and Siqueira's study (2013), political knowledge only increased among individuals who had previous political interest before deliberation. Even in Persson et al. (2019), where none of the effects were statistically significant, political knowledge was the variable that showed the greatest growth after deliberation. Other variables that increased in some studies were deliberation and interpersonal communication (Carlson et al., 2012; McDevitt & Kiousis, 2006), attention to political news, electoral attention, integration of information, and issue importance—increasing the degree of importance that adolescents attributed to a particular problem or public controversy— (McDevitt & Kiousis, 2006).

Substantial differences surfaced in the development of adolescents' civic competences depending on the political deliberation process involved. Both peer-driven political socialization and interaction with adults wield distinct impacts on adolescents' political skill development, each contributing uniquely to their civic education. Across the reviewed studies, adolescent-led deliberation nurtured informal political engagement and activism among peers, thereby nurturing the acquisition of political skills and attitudes. Conversely, political deliberations involving adults, within familial or scholastic settings, adopted a more formalized approach, encompassing media utilization, cognitive processes, and conventional political participation. Such engagements augmented adolescents' propensity to engage in political dissent while nurturing endeavors to comprehend the significance and essence of newfound political information.

While these findings hold significance, they also raise certain methodological concerns that warrant attention in forthcoming research endeavors. Primarily, the political knowledge assessments predominantly targeted facets of formal politics, such as voting, sidelining themes and institutions more intertwined with adolescents' daily experiences. It is necessary to understand that adolescent populations may be less engaged with these issues compared to political themes and institutions that are more part of their daily lives (Quintelier & Hooghe, 2013). A measurement of political knowledge for this population should be able to include them. Secondly, most studies focused on dimensions of political cognition while overlooking those pertinent to political action. Future investigations should strive to ascertain whether these competences manifest in concrete political engagement and activity.

In addition to the limitations identified in the reviewed studies, this study also has important constraints. Firstly, the scarcity and diversity of literature in this field impede the drawing of definitive conclusions regarding the impact of deliberation on adolescents' civic competences and the potential mediating factors influencing these effects. Furthermore, the presence of publication bias warrants consideration: there is a greater likelihood of articles reporting significant effects being published compared to those that do not report any effects. Consequently, it would be pertinent to undertake further inquiries aimed at accessing unpublished findings by reaching out to researchers actively engaged in this area of study. Collectively, while the evidence amassed is generally promising, it remains inconclusive at this juncture.

The practical implications of this study prompt the question of whether implementing deliberative interventions on a larger scale among adolescents to promote or enhance their civic competences is viable. The answer is that further experimentation is warranted. This article marks the initial endeavor to investigate and analyze the impacts of deliberative experimental studies on adolescents, addressing a notable gap in Latin American academic literature. Deliberative experimental studies provide individuals with hands-on experience in civic participation, a crucial component for nurturing their civic engagement. Consequently, it is imperative to delve deeper into the study of civic competences, particularly during their formative stages, to uncover avenues for their cultivation. By doing so, we may mitigate levels of political apathy and disinterest stemming from the current crisis in the democratic system.

 

 

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Data availability: The dataset supporting the results of this study is not available.

 

How to cite: Ottobre Aichino, A. L., Hermida, M. J., Alonso, D., & Brussino, S. (2024). Does deliberation improve civic competences in adolescents? A systematic review of deliberative experiments. Ciencias Psicológicas, 18(1), e-3551. https://doi.org/10.22235/cp.v18i1.3551

 

Authors’ contribution (CRediT Taxonomy): 1. Conceptualization; 2. Data curation; 3. Formal Analysis; 4. Funding acquisition; 5. Investigation; 6. Methodology; 7. Project administration; 8. Resources; 9. Software; 10. Supervision; 11. Validation; 12. Visualization; 13. Writing: original draft; 14. Writing: review & editing.

A. L. O. A. has contributed in 1, 2, 5, 8, 11, 12, 13, 14; M. J. H. in 1, 4, 8, 10, 11, 12, 13, 14; D. A. in 1, 2, 3, 4, 5, 6, 8, 10, 11, 13, 14; S. B. in 1, 4, 7, 8, 10, 11, 14.

 

Scientific editor in-charge: Dr. Cecilia Cracco.